Durante siglos, el colonialismo europeo saqueó al continente americano, especialmente a la América del Sur.
Además, construyó una identidad suplantada al esclavizar a millones de africanos arrancándolos de de raíz de sus culturas originales.
Los aborígenes y los criollos nacidos en esta hermosa y pródiga naturaleza fueron sometidos a todo tipo de humillaciones, tortura y suplicios.
Hoy, al amparo de un fabuloso negocio de millones de euros compran centenares de jóvenes sudamericanos para transportarlos a una réplica majestuosa del anciano circo romano.
Allí son sometidos a una dura disciplina para entretenimiento de masas espectadoras que consumen toneladas de comida chatarra.
El fútbol es arte. También es el juego más bello del mundo. Pero también un mercado de esclavitud.
Los poderosos son quienes dicen cuándo, como y dónde una persona jugará.
Comparando habilidades, los jugadores europeos son torpes figuritas decorativas, una escenografía variopinta para que los principales actores brillen por su calidad.
Hoy, con absoluto desparpajo pretenden circunscribir las grandes competencias futbolísticas a una élite europea con el agregado (obligado) de los campeones mundiales de sudamérica.
Por supuesto, con la exclusión de Asia, África y Oceanía.
De hecho, entonces, los grandes delanteros jugadores del último campeón de la "Champions", Messi, Neymar y Suárez se han convertido simbólicamente en San Martín, Tiradentes y Artigas, los grandes emancipadores de América del Sur.
En los próximos meses esta neocolonización de América irá tomando forma.
Curiosamente, bajo las intenciones de un francés, perteneciente a una cultura que sabe mucho de colonizar a los pueblos...
Guillermo Compte Cathcart
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