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martes, 1 de marzo de 2016

El Gorrión de Tela y el Ajedrez

Parroquia Nuestra Señora de Luján
Longchamps
Provincia de Buenos Aires
Argentina

Varias noches por semana, Eduardo llegaba a la casa de Luis para disputar fanáticas partidas de ajedrez.
Eduardo era poeta, radioaficionado, constructor.
Luis era policía federal retirado, lector de Oscar Wilde, Chesterton, Dumas, Poe, Blake, Lovecraft, Salgari, Verne, Dickens, Ingenieros, Scalabrini Ortiz, Arlt, y el intendente del Country Club Longchamps.
Los dos eran cónyuges de mujeres con serios problemas de salud. Los dos eran peronistas y acunaban madrugadas soñando el regreso del Líder, exiliado por la sombra gorila.
Eduardo era fanático de una causa pueblerina: “Longchamps, Cuna de la Aviación Sudamericana”. Y, como todo profeta, predicaba constantemente  su evangelio personal a su amigo entrañable.


Luis lo escuchaba y sonreía pues el vuelo de Breggi – fuera o no el primero de sudamérica – le parecía algo sin importancia. Vivir en Longchamps era para él cumplir dos sueños: tener su casa propia en la región - que su bisabuelo James Cathcart recorrió desde 1825 cuando llegó de Escocia para fundar la Colonia de Monte Grande - y curar a su primogénito de la sinusitis asmática.
Para su amigo, jugando al ajedrez, logró que los directivos del Country – adaptación de la diplomacia veneciana a estos pagos de renegridos, zorzales y calandrias -  alzaran un monumento al Gorrión de Tela que voló por nuestro aire de pureza impar.
Eduardo García lo construyó y en la gran fiesta inaugural participaron aviadores y muchas caras extrañas, esas que se anotan para iluminar las pompas de jabón.
Cuando miro la hélice ausente – y olvidada - recuerdo a mi viejo y la verdadera historia del símbolo sometido a la impudicia de lo cotidiano y el no lugar y a los conocidos advenedizos de siempre.


Guillermo Compte Cathcart

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