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viernes, 3 de julio de 2015

Poblar la Patagonia con 100 millones de chinos en 50 años (Ciencia Ficción?)



El Profesor Chicoana Fuentes – por su trabajo con las más importantes empresas multinacionales y los más poderosos servicios de información de la tierra - tiene acceso a información ultrasecreta, esa que con bombos y platillos se difunde – casi siempre en la forma de un libro que se vende por millones – varias décadas después de sucedidos los hechos cuya gestación se ocultaba.
Como enseñó el gran maestro del engaño amoroso, el Maestre Schiviochi – cuyo sepulcro visitan los turistas que recorren la Vía Milagrosa que lleva a Florencia para depositar una orquídea negra - , la mejor manera de ocultar un secreto es divulgarlo a través de voceros prontamente desautorizados, así los oyentes de la primer versión – víctimas de la confusión por la fervorosa desmentida que la sucede – nunca más creerán en la verdad tal como fue develada y se protegerán – conformándose - de la angustia que la mentira ocasiona, con mutaciones mentirosas de la noticia original.
Como todos los amigos de Chicoana solemos hacer, acudimos a su reunión, convocada en el mismo e inhóspito lugar de siempre – a un costado de la ruta provincial número 16, donde se encuentran los Partidos de Presidente Perón, Almirante Brown, San Vicente y Esteban Echeverría - a la misma hora desacostumbrada – las 3 y 15 - de la madrugada.
Allí nos enteramos del Plan Secreto que comenzarán a ejecutar en breve los gobiernos de China y La Argentina y asumimos el compromiso de divulgarlo a través de nuestras respectivas columnas.
Pronto seremos desmentidos por el mismísimo profesor,  pero habremos cumplido con nuestra misión al servicio de los Pueblos Unidos de los Mares del Sur y su causa para la construcción un Nuevo Mundo.


Viven en territorio chino cuatro mil setecientos veinticuatro expertos argentinos que hablan y escriben el idioma de sus anfitriones tal como lo hacen con el español que usamos en Valentín Alsina, en Palermo Viejo o en Berazategui.
Viven en la Patagonia siete mil cuatrocientos dos expertos chinos que hablan como cualquier porteño común y corriente.
Estos adelantados son egresados universitarios en casi todas las especialidades de la Ciencia Actual y tienen como objetivo desarrollar la plataforma científica de la mayor migración planificada de la historia humana.
Cuando durante la tercer presidencia del General Perón se planificó y se realizó el Primer Vuelo Tanspolar que unió a nuestro país con el continente asiático, los integrantes del G – 7 abrieron en sus respectivas agencias de investigaciones un protocolo que lleva un nombre por demás extraño: “No olino más la sopa” y que iba a ser colmado con sucesivos informes que confirmarían con el correr de las décadas la sospecha original: los argentinos querían ser la cabeza de playa para la invasión china del continente americano.
Mediante la única política de estado que los distintos presidentes argentinos cumplieron, en apenas medio siglo más – una hora en el tránsito de las generaciones – los orgullosos yankees verán cumplida su profecía: por el patio trasero les llegó – como a los cerdos - su San Martín.
Hordas amarillas – alimentadas a bife de chorizo, bailando el tango y jugando al soccer como Maradona – cruzarán el Río Grande para exigir retribución por el maltrato de los esclavos chinos en las minas de oro y en el tendido de los grandes ferrocarriles, por la guerra del opio, por los 55 días en Pekín, por la cañonera del Yang Tsé y por la injusticia cometida contra el Maestro Bruce Lee cuando le robaron el guión para dárselo a David Carradine, el blanco que interpretó al Cowboy de la Patada Ligera, el monje guerrero de Kung – Fu.
En Córdoba y en la ciudad de Shao – shan en la provincia de Hunan, la cuna de Mao, se están construyendo los primeros cinco inmensos aviones – se harán cincuenta en una década -  con capacidad para trescientos pasajeros acostados.
En la Antártica se construirá un hotel para turismo científico a doscientos metros del polo sur.
En un perdido campo de la provincia de Santa Cruz, - uno de esos predios que los turistas no pueden cruzar por la fuerte guardia armada que los vigila y que todos dicen que pertenece a una empresa multinacional que se apropió de nuestros recursos naturales -  hay una reserva ecológica que está permitiendo la reproducción exitosa del Panda en cautiverio: en estos momentos la población del simpático osito ha llevado el número de ejemplares patagónicos a la cifra récord de 1324. Lamentablemente, por ahora, los nacidos en nuestro territorio son híbridos, como las mulas, pero los investigadores creen que en una década volverán a la normalidad reproductiva.
Aquellos aviones viajarán cruzando el polo sur ininterrumpidamente transportando parejas recién casadas de campesinos chinos no mayores a los 22 años de edad y sin hijos. Cada pareja recibirá un predio de 10 hectáreas para dedicarse al cultivo o a la cría de una especie determinada con el auxilio del INTA y de su siamés en el gran país de la Muralla. El tratado exige que cada matrimonio tenga tres hijos como mínimo. Los chicos aprenderán los dos idiomas y recibirán la cultura de sus mayores y de su patria sin ningún tipo de acondicionamiento.
Sorprendidos por la inmensa novedad que nos transmitió Chicoana hojeamos con avidez los primeros libros editados en los dos idiomas y que relatan la historia argentina desde la llegada de Don Pedro de Mendoza hasta el primer piquete en el Puente Pueyrredón y que el sabio de Longchamps contribuyó a redactar.
Eran ya las seis y media de la mañana y por el camino ancho iban apareciendo uno a uno los primeros carritos cartoneros dirigiéndose a los centros poblados a la vera del ferrocarril.
Ante mi pregunta, Fuentes contó la anécdota que explica el nombre elegido por las superpotencias para designar el Tratado Chino – Argentino.
Cuando Perón regresó de su exilio brindó un extenso reportaje a dos periodistas muy reconocidos y eligió como coordinador a Antonio Carrizo. La entrevista fue televisada en vivo. En uno de los cortes el anciano general contó una anécdota: En Córdoba varios estudiantes universitarios iban a comer a una cantina en la cual trabajaba un chinito inmigrante y al cual cargaban sin cesar. Un día, al acercarse el fin de las clases lo llamaron y le prometieron no volver a burlarse de él. El chinito agradecido les prometió no volver a “orinarles la sopa”.
Uno de los cámaras – espía de la CIA – transmitió a sus superiores la filmación de la chanza del creador del Justicialismo usada para ejemplificar el crecimiento de la China de Mao. Los inefables espías del Norte, con su inutilidad innata para clasificar la sutileza le pusieron a la sospecha un incomprensible : “No olino más la sopa”.
Hoy, treinta años después, todos hablan de tratados comerciales.
Sólo nosotros, los dueños del futuro, conocemos la verdad: el sol amarillo de nuestra bandera de guerra – más amarillo que nunca - brilla con mayor intensidad.


Guillermo Compte Cathcart

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