Las calles de tierra de mi pueblo, después de cada lluvia, tenían cicatrices de carros.
Desde los tambos llegaban carretas con sus ruidosos tarros plateados.
Buscaban la estación ferroviaria para abordar el tren lechero.
Hoy, con el asfalto, se fue borrando ese Longchamps
Guillermo Compte Cathcart
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