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jueves, 2 de julio de 2015

Rafael Calzada y Daniel Defoe

Daniel Defoe
Cada 18 de Julio, la localidad de Rafael Calzada, Partido de Almirante Brown, Provincia de Buenos Aires, República Argentina, cumple años.
Dentro del vasto repertorio de hechos en de la vida y obra su fundador, el español nacido en Navia, Asturias, recordamos que este singular personaje hizo del paraje conocido como “Santa Rita” un nuevo pueblo: Villa Calzada.
En estas líneas queremos destacar un aspecto no muy conocido de la personalidad de este inmigrante cantábrico que tanta preponderancia tuvo en la colectividad hispana en la Argentina durante las décadas que cabalgan sobre los última parte del siglo XIX y la primera del XX.
Según dice él mismo en su autobiografía, cuando cursaba sus estudios primarios “tomó prestado sin permiso” un libro perteneciente a su maestro, motivo por el cual fue expulsado y debió terminar su capacitación guiado por su madre, quien era docente no ejerciente.
Este acto, absolutamente ponderable para quienes pensamos que desarrollar el hábito lector desde temprana edad es fundamental para el mejoramiento de la sociedad humana, señala claramente la presencia de una persona destacable.

Este libro “rescatado” no era cualquier libro, sino uno muy especial. Un libro que, tanto desde su contenido, como de su autor, brinda suficientes virtudes emprendedoras a quien busca modelos a los cuales seguir durante la existencia en este mundo.
En estas líneas ofrecemos un conjunto de frases extraídas de una vasta bibliografía sobre el Imperio Británico y que se refieren específicamente al autor de ese volumen que tanto deseaba Rafael, quien desde su cuna había oído de sus mayores historias sobre los piratas ingleses – y navegantes “comerciantes” similares a ellos - que batieron durante siglos la comarca en la cual nació.
Obviamente, así como los nutricionistas señalan que “somos lo que comemos”, nosotros pensamos que “somos lo que leemos”.
En el libro The Oxford Companion to British History, editado por John Cannon (Oxford University Press, 2002), páginas 280-281, leemos:
Defoe, Daniel (c. 1660-1731) Prolífico escritor inglés, educado en una academia no conformista respecto a la iglesia establecida, - un “protestante fundamentalista” - fue encarcelado por participar en un golpe de estado contra la monarquía, antes de hacer la apología de William III con el best-seller True-born Englishman (1701). Fue reclutado como agente de inteligencia y propagandista por Robert Harley – quien al morir dejó una colección de libros y manuscritos que fue la base de la biblioteca del Museo Británico – y fue editor de Review desde 1704 a 1713. Escribió propaganda gubernamental hasta 1714 y tuvo participación en la redacción del Acta de Unión con Escocia, la cual dio nacimiento a la “Gran Bretaña”, es decir, el Imperio Británico. En 1719 escribió Robinson Crusoe, la primera de una serie de autobiografías ficcionales que incluyen A journal of the Plague Year (1722), Moll Flanders (1722) y Roxana (1724). Crucialmente significante como fuente para la comprensión de la sociedad británica de comienzos del siglo 18, trabajos como A Tour thro’ the Whole Island of Great Britain (1724-6) han sido intensamente consultados por los historiadores.  Finalmente murió cerca del lugar de su nacimiento, acosado por acreedores, en la calle Grub, en Moorfields, Londres, habitada por cuentistas, poetas y escritores de diccionarios.”
Un siglo y varias décadas después, Rafael Calzada leyó Robinson Crusoe y tuvo conocimiento sobre la vida y la obra de Daniel Defoe.
Esto lo llevó a fundar una ciudad de Almirante Brown guiado por el ejemplo de un personaje central de un libro "prestado".
Tan grande fue el contenido de la trama que de niño jugaba a ser Robinson y tenía un amigo que a regañadientes cumplía el rol secundario de Viernes.
Es decir, que cada vez que se recuerda a Rafael Calzada, también recordamos a Daniel Defoe.

Guillermo Compte Cathcart





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