Nigel Leask - Lector en la Facultad de Inglés de la
Universidad de Cambridge y miembro del Queen’s College, Cambridge – ha escrito
un libro pionero, estimulante, escrupuloso.
Un texto que navega sobre el discurso inestable del
anticuarianismo – el “ismo” que señala al movimiento que engloba a los
anticuarios, es decir, a quienes hacen profesión o estudio particular del
conocimiento de las cosas antiguas y a quienes las coleccionan o negocian con
ellas – y excava con fervor en aquél, para encontrar los vínculos entre
narrativa, estética y colonialismo.
¿Qué sucedía cuando los europeos en general – y los
británicos en particular – viajaban más allá de los límites de su propia
civilización?
Sabiamente, el Diccionario de la Lengua Española dice
del viajero: “persona que relata un viaje”, como si el viaje en sí mismo y el
relato que de él se hace fueran una y la misma cosa; el traslado físico de un
lugar a otro implica un relato implícito que podrá o no darse a la luz, para
ser conocido por los Otros.
Todo viajero es entonces un Observador, un Espía:
“persona que con disimulo y secreto observa o escucha lo que pasa, para
comunicarlo a quien tiene interés en saberlo”.
Si agregamos a lo dicho el significado de la palabra
“curiosidad” tenemos un inquietante resultado: “ Deseo de saber o averiguar
alguien lo que no le concierne, vicio que lleva a alguien a inquirir lo que no
debiera importarle”.
En el Index de este ejemplar “libro que muerde”, el
término “curiosity” puede rastrearse en muchas páginas y asociado con las
palabras: “comercio”, “mujer”, “pintoresquismo”, “popular”, “racional”, “gusto”,
“utilidad”, “vulgar” y “maravilla”.
Rastreando su significado podremos comprender la
amplísima vastedad del Imperio.
Leask explora los escritos de estos viajeros
imperiales y nos ofrece en “Curiosity and the Aesthetics of Travel Writing,
1770-1840. ‘From an Antique Land’”, 2004, ISBN 0 199 26930 0, (paperback),
Oxford University Press, una importante reformulación de las relaciones entre
literatura, estética e Imperio, durante los años de la última Ilustración y el
Romanticismo.
Para esto, estudia escritos de viajes realizados por
europeos a través de Etiopía, Egipto, India y México entre los años 1770 y
1840: países situados en las zonas tórridas de África, Asia y América , los
cuales, más allá de sus distancias geográficas y culturales, comparten el ser
considerados por los ciudadanos del Imperio, “tierras antiguas”.
El autor despliega un contenido apasionante: Prácticas
y Narrativas del Viaje Romántico; Ciclos de Acumulación, Estética de la
Curiosidad e Intercambio Temporal; la Narrativa Curiosa y el Problema de la
Credibilidad: James Bruce y sus viajes para descubrir las Fuentes del Nilo; la
Egiptomanía Romántica; los escritos viajeros en la India y el Pintoresquismo
Imperial; Domesticando Distancias: tres escritoras viajeras en la India
Británica; Alexander von Humboldt y la Imaginación Romántica de América: La
imposibilidad de la narrativa personal y como conclusión – la frutilla del
postre - ; El México de William Bullock y la Supremacía de la “Curiosidad
Popular”.
En los reconocimientos a quienes colaboraron con él
para realizar su trabajo, el autor destaca dos vacaciones de verano en
Tepozteco, México y recuerda a los miembros mexicanos de su familia y cito una frase que parece extraída de uno de
los muchos “libros raros” que consultó en la Biblioteca de la Universidad de
Cambridge: “El ‘curioso’ paisaje montañoso de Tepozteco ofrece constante
inspiración, caminatas extenuantes y misteriosas pinturas en las piedras”.
El autor explícitamente reconoce que su principal
interés es el discurso estético y arqueológico (anticuario) de los viajes antes
que el científico o el de la historia natural : “Un tema recurrente del
presente libro es la relación dialéctica entre “antiguedad” y modernidad en los
escritos de viajeros, situados en el umbral de la era moderna”.
Y, nos advierte que en las décadas posteriores a 1790
las tierras antiguas fueron cada vez más atrapadas en la lucha por el poder
mundial entre Gran Bretaña y la Francia post-revolucionaria , lucha en la cual,
el control ideológico del significado de “antigüedad” tiene gran importancia.
Por ello, la conjunción entre romanticismo y colonialismo es importantísima a
lo largo de las 338 páginas de este magnífico volumen de la Oxford University
Press.
El aumento masivo de los lectores y la “curiosidad popular” , hermanado con los
fenómenos sociales del crecimiento de los viajes al servicio del Imperio y del
turismo al alcance de mayor cantidad de personas, provocaron poderosos cambios
en la naturaleza de la narrativa de los viajes.
Los libros de viajes abandonaron la especificidad
científica o académica y fueron acrecentando el egotismo de los autores y las reflexiones
divertidas, entretenidas, a menudo motivadas por ideologías piadosas, patrióticas
e imperialistas.
En la nota 18 – página 7 – encontramos una información
imperdible: “Como James Buzard argumenta en su libro: “The Beaten Track:
European Tourism, Literature, and the ways to ‘Cultura’ (Oxford: Clarendon
Press, 1993)”, el turismo en el moderno sentido del término surge en la década
del 1820 en la que encontramos trece nuevos libros de turismo italianos
publicados por editoriales británicas. Buzard demuestra que la oposición entre “viaje”
y “turismo” es una característica fundamental de la cultura moderna. Nigel
Leask aclara que: “muchos de los textos estudiados en este libro – escritos por
exploradores, anticuarios o agentes imperiales – proveen el modelo contra el
cual la posterior narrativa turística se define a sí misma, a menudo con un
agudo sentido de inoportunidad”.
En la página 217 leemos que Emma Roberts en su aclamado
“Scenes and Characteristics of Hindostan, with sketches of Anglo-Indian
Society” (1835) marca una ruptura con los textos integrados de viajeros
transformando el género una literatura “ligth”: “En esta época de turistas –
escribe – es bastante raro que la manía por viajar no se haya extendido a las
posesiones británicas en India, y son pocas las personas inducidas a viajar al
Este, embellecido por las más majestuosas obras de la naturaleza y del arte.
Todos aquellos que gozan de Cheltenham, Baden o Spa u otros lugares de
restablecimiento y salud, deberían inyectar en sus vidas las vivencias de un
viaje a los Himalayas o un crucero por el Ganges, especialmente durante los
meses de Octubre a Enero”.
Y, en la página 218, Nigel Leask nos ofrece una
hermosa lista de libros escritos por militares imperiales durante sus días de
ocio, así como la fecha de nacimiento del turismo moderno.
Después de leer este libro y al recorrer la vacía
ciudad de Buenos Aires en los meses del verano, miro con mayor atención a los
turistas que caminan de un lado al otro con sus cámaras fotográficas y con cara
de buenos amigos.
No hago distinción entre los llegados del interior, de
países limítrofes o del primer mundo.
Cualquiera puede estar describiendo mis gestos para
Imperios ajenos.
Y, más que nunca me siento el esclavo de la dialéctica
hegeliana.
Guillermo Compte Cathcart
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