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viernes, 26 de junio de 2015

Pase-abonos-boletos



El Tanka:
Ida y vuelta
primera y segunda
nubes de humo
pase-abonos-boletos
la canción de mi hogar

sintetiza y señala exactamente los cultemas generados por el ferrocarril durante las primeras décadas de mi vida.
El viejo trencito era un lugar propio, la extensión del living-comedor, mi otra casa alquilada por tres horas y pico todos los días por un boleto de cartón duro de colores amarillos, ocres, celestes, verdes y rojos, que de lunes a viernes se apilaban serenamente para alcanzar el cielorraso de mi habitación desde la mesita de luz, al lado del velador de los querubines dorados señalando a distintos puntos cardinales.
Cuando la electricidad reemplazó al carbón y su humo curador de las sinusitis asmáticas - que ayudaron a colonizar Longchamps -, el viajar sobre rieles rápidos hizo de mi segundo hogar tan querido un territorio extraño, uno de los “no lugares” del postmodernismo.


Terminando la sexta década de mi tránsito por el planeta verdeazul hoy duermo mis viajes en los colectivos que representan el triunfo rutilante de lo accidental sobre lo sustancial: Uno de los pocos lugares obligados de encuentro cotidiano – la vieja estación – ha desaparecido de nuestra geografía existencial. Somos habitantes de un mundo enrejado y sin diálogo. Espectros que no saben que han muerto aquellos lazos invisibles que nos unían con el barrio – todos los barrios – de la nueva tierra que conquistamos con el protagonismo olvidado de nuestros padres en la década del 50, durante la Primer Emigración Porteña.
El Barrio Ferroviario de Longchamps cumplió 50 años el 4 de Mayo.
Como homenaje al niño que he sido y por los sentimientos de grandeza que me hicieran sentir aquellos pioneros Señores del Tren – los primitivos , como los llaman en la sección nueva – concurrí a los festejos del cincuentenario que organizaron Elsa Soria, Rubén Lafita, Mirta García, José Belingieri, Héctor Varas, Carmen Bellusci, María Tornau, Gladis Guillermet, Norma Mazzocchi y Adela Juanoto, unidos por un nombre de acción para la Memoria, para Hacer Historia: “Vecinos por Festejos”.
Venir de un conventillo familiar en Belgrano R a un jardín inmenso de 600 metros cuadrados, calles sin abrir y un arroyo torrentoso a la vera de un camino real, con la sed aplacada por los brazos fuertes de bombear 900 litros todos los días y con amigos que usaban para ir de un lado a otro caballos medio domados, no era cosa fácil para un chico porteño que daba los primeros pasos.
Cuando mi razón de los ocho años comprendió el cambio que representó el injerto de decenas de casas iguales sobre una laguna rellenada ,se sintió orgullosa de ser – respecto a Longchamps – navegante de las tres carabelas: El Barrio Ferroviario era el triunfo definitivo de lo urbano sobre lo rural, el final del viejo pueblo campesino, el planeta lejano conquistado por las avanzadas terráqueas.
Durante el sábado 8 el concurso de manchas, la exhibición histórica de fotos y manuales ferroviarios, los escritores del pueblo, la Procesión de la Vírgen, la actuación del Coro – con una emocionante interpretación de “Volver” – y la obra “La Máscara” escrita y actuada por Helga Marske acompañada por Mercedes Conde y Beatriz Schneider – entre otros – y dirigida por Ricardo Sagarra.
Durante el domingo 9 la búsqueda del mensaje dejado por los fundadores debajo de la piedra fundamental, durante varias horas de trabajo jóven y expectativa madura, esfuerzo inútil frustrado vaya uno a saber por qué motivos tan unidos a nuestra mentada forma de ser: que la leyenda de las monedas de oro, que la instalación de las redes de gas, que el relleno de la laguna, sólo pretextos que los presentes no supimos subsanar con un nuevo Mito Fundacional, con el complot de un mensaje ficticio para hilvanar a las generaciones en una carrera de postas para mejorar el futuro.
Los 24 años de Mariana Zamora dejaron un rezo en reemplazo del mensaje perdido: “Los vecinos debemos ser más unidos, más comprometidos y solidarios”. María Areche, Ana Testa y la Sra. Hansen asintieron – sonriendo – porque saben que al cumplirse los 100 años del barrio, Mariana hará cavar a sus hijos y nietos por todo el barrio buscando el cofre del tesoro.

 Guillermo Compte Cathcart





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