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jueves, 25 de junio de 2015

Piquetes: ¿Una forma de terrorismo?

Como dijo Arlebán: “Es la pregunta un puño de hierro clavado en mi estómago. Un monstruo volador de dientes inmensos que se alimenta de mis entrañas. La dueña de mis recuerdos y tirana de mi futuro. Y cuando no tiene una respuesta segura, cuando abre un abanico de discusiones sin fin, es el infierno en la tierra, la desesperanza, la inseguridad, el reino del Temor. La terrible sensación de que la Razón es incapaz de gobernar la Tierra”
Esta es una pregunta que abre un debate intenso, apasionado e infinito. Según el “quién” la formula, tendremos mayor o menor número de respuestas emocionales basadas en la aceptación o descalificación del “sujeto que pregunta”.
Imaginemos que en los alrededores del Jerusalem del siglo I de la era cristiana, alguien hubiera preguntado: ¿Es el cristianismo una forma de terrorismo?

Un Saduceo o un Fariseo hubieran contestado afirmativamente. Un soldado o un funcionario romano, también. Un Zealote – integrante de una secta fundamentalista entre los que militaban los sicarios (los terroristas de entonces, quienes mataban a los simpatizantes de Roma con sus dagas, en griego sikarioi “los hombres de la daga”) - lo hubiera negado terminantemente.
Un campesino alejado de la exégesis fanática de los Textos y de la lucha por el Poder, hubiera dicho que no, pero con una sonrisa cómplice, pues tanto él como su familia y sus vecinos odiaban a la fuerza de ocupación romana, integrada por energúmenos venidos desde los confines de la tierra y adoradores de ídolos y falsos dioses.
Todos los no beneficiados directamente con el Imperio romano eran – por lo menos - simpatizantes de la secta de los Zealotes y por extensión con todos los movimientos sospechados de tener algún punto en común con ellos.
Según algunos historiadores de la religión, entre los doce apóstoles hubo zealotes y tal vez,  un sicario, Judas, cuyo apellido pudo haber sido una corrupción del término latín “sicario”, asesino.
Según el Dr. Jagdish P. Sharma (Departamento de Asuntos Africanos de la Universidad de Nueva Delhi) : “El terrorismo es un medio detestable y aborrecible para conseguir fines sociales, políticos, religiosos o militares. Un medio ilegítimo para obtener cambios políticos por el indiscriminado uso de la fuerza o la violencia” (“Rise of Islamic Extremism in West Asia and North Africa”).
Según el profesor B. K. Shrivastava (Centro de Estudios Americanos de la Universidad Nehru): “El terrorismo ha sido definido como el uso de violencia o de la amenaza de violencia para crear un clima de miedo en una población determinada” (“The United States and International Terrorism in South Asia”).
El término “piquete” tiene una íntima relación con el uso o la amenaza de la fuerza contra el que transita, alude a la prohibición de cruzar un límite, señala inequívocamente un “hasta aquí has llegado”, una decisión por defender hasta las últimas consecuencias el “no pasarán”, que tanto han cantado poetas y cantautores que sueñan con ser Martí, en esta tierra de maravillas y espantos que es Latinoamérica.
En muchos de los piquetes que se hacen en la Argentina de estos últimos años suelen verse personas encapuchadas y con palos.
¿Esta presencia es “amenazante” para las víctimas inocentes de la medida de fuerza que corta el paso? ¿El piquete se hace para obtener fines sociales o políticos? ¿Es la práctica del piquete una forma de entrenamiento para la toma del poder? ¿Existe alguna relación entre los cabecillas que conducen a quienes realizan los piquetes y las organizaciones terroristas internacionales?
Dos mil años atrás los zealotes, los cristianos, Jesús, fueron acusados y castigados como terroristas.
Hoy, Roma es sólo una plaza turística de brillo y esplendor pero nadie considera en  su vida cotidiana que todos los caminos nos llevan a ella. Hoy, el Imperio tiene otro nombre. Y, gracias a la globalización, en todos los rincones del planeta hay gente a favor y gente en contra.
Y, más allá de todas las condenaciones, los prejuicios, los preconceptos, la presencia del Otro – el despertar de nuestra Responsabilidad – es siempre y en todo momento, un fenómeno terrorífico.
Desde el presidente hasta el último conductor de una radio alternativa hablan del “miedo del 20 de diciembre”, pocos recuerdan la alegría del 25.
Mas allá del terror, de la angustia, de la rabia, de la pérdida de tiempo, no sólo tenemos que buscar a Judas entre los piqueteros, también tenemos que abrir bien los ojos porque entre la masa doliente, amenazante, vituperada - algunas veces hipócrita y mal intencionada- , puede estar Jesús.


Guillermo Compte Cathcart

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