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lunes, 1 de junio de 2015

Cuentoensayo: El Segundo Nacimiento de Santa Claus

El  cuentoensayo nos permite “pensar”, “imaginar”, “comprender”,  y “explicar” el pasado más allá de la existencia,  o no,  de las   “fuentes aceptadas por  la historia académica”.
No siempre los seres humanos ( tanto los historiadores , como los poderosos o los sometidos), dicen “toda la verdad” y “nada más que la  verdad”.
Mitre , en su historia de San Martín, tomo I, afirma que Canning expresó sobre el triunfo americano en Ayacucho: “la uña fue sacada, Hispanoamérica es libre”.
En  cambio, Martín Lynn - Lector Senior  en Historia Moderna de la Queen’s  University de Belfast - nos dice en su ensayo “Policy, Trade, and Informal Empire” (The Oxford History of the British Empire. The Nineteenth Century, editor Andrew Porter (Oxford University Pres, 2001), p. 102): “La naturaleza de esas ambiciones geopolíticas (beneficiar los intereses económicos británicos) es mejor conocida, quizás, en la renombrada frase de George Canning de 1824: ‘Hispanoamérica es libre  y  si nosotros no manejamos tristemente mal nuestros asuntos, ella es inglesa’. (Citado también por H. W. V. Temperley en “The Later American Policy of George Canning, American Historical Review, XI, 1906, p. 796).
Como podemos apreciar, si leemos  a Mitre sin utilizar nuestro “propio pensamiento” , y si no tenemos acceso a bibliografía extranjera, nunca nos enteraríamos  que hay “olvidos” en  su  texto. Sencillamente, con “pensar”: ¿por qué Mitre menciona la frase de Canning? , ya se nos ocurrirán una serie de posibles cuentosensayos y si procedemos con cautela,  encontraremos uno que  se  adecue  a la realidad, la  verdad, porque  “la  única  verdad  es  la  realidad”.


Gregorio VII, el Gran Papa - uno de los parteros del “segundo nacimiento de Santa Claus”-, dice explícitamente en sus cartas que  no todo lo que comunica por razones de Estado es escrito, que hay cosas que sólo se pueden decir oralmente. En mensaje enviado a los Barones franceses interesados en realizar campañas militares en España para proteger los derechos de la Iglesia, el 30 de Abril de 1073 -  cuando Bohemundo tenía aproximadamente 20 años - , dice: “envío a esa región a nuestro querido hijo, el cardenal de la Santa Iglesia Romana, Hugh Candidus. Sobre sus labios he colocado planes y decretos para compartir con Uds...(The Register of Pope Gregory VII. 1073-1085. An English Translation, H. E. J. Crowdey (Oxford University Press, 2002) p. 8).
El Santo Padre, en carta enviada el 17 de Abril de  1075 al Príncipe Isjaslav de Rusia y a su esposa, advierte: “Para  que estas cosas y otras que no están contenidas en esta carta queden fijas en vuestros corazones,  les envío mis mensajeros, uno de los cuales es muy bien conocido por Uds. Ellos les explicarán diligentemente las cosas que en ella están escritas y les comunicarán por medio de las palabras de la boca las cosas que no están escritas”. (Crowdey, 2002 - p. 170).
Existe una personal conexión entre las iglesias de San Clemente en Roma y la de Montecassino. Se supone que las reliquias de San Clemente fueron donadas por Montecassino, donde en el año 1071 (cuando Bohemundo todavía no tenía 20 años) se consagraron “sobre  la imagen  del halo del Salvador,  dentro del muro,  maderas de la Cruz y reliquias del Santo Sepulcro”. Lo que constituye un único ejemplo de emparedamiento  arquitectónico  de reliquias  en  la  Alta  Edad  Media.
Esta  ceremonia  - abrir el muro, emparedar las reliquias  y volver a pintar el halo - debe haber quedado profundamente grabada en la memoria de los integrantes de la comunidad de Montecassino, entre quienes estaba Bohemundo como discípulo laico. ( Colin Morris, The Sepulchre of Crist and  the Medieval West. From  the  Beginning to 1600  - Oxford University Press, 2005, p. 225).
Cuando hablamos de la  vida física de Claus nos movemos en el vasto y complejo territorio de la anécdota ,  de las cosas inéditas, de los cuentosensayos.
Chris Wickham - Profesor de Historia Medieval en la Universidad de Birmingham - nos dice en la página 233 de su magistral Framing the Early Middle Ages. Europe and the Mediterranean, 400-800 (Oxford University Press, 2005), al referirse a las aristocracias en la región oriental del Mediterráneo, que “la evidencia romana sobre la aristocracia en las futuras tierras bizantinas no es generosa. En ausencia de documentos y  en un mundo donde las narraciones se concentran en el ejército y en las políticas de la capital, tenemos que tratar únicamente con no mucho más que anécdotas”.
Como la historiografía no es neutral  desde  el punto de vista ético, dependerá de éste, el  tipo de anécdota  que privilegiaremos  en   nuestro  relato.
Constantino nació en el año 272, es decir, 12 años después que Claus.
El gran emperador vió la luz, el Sol Invictus, “the Unconquered Sun”, en Nis (Naissus) enclavada en el famoso “camino del Ejército” , que cruzaba los Balcanes desde el Danubio hasta  Bizancio.
Su madre, Helena, era encargada de una hostería en Drepanum, cerca de Nicomedia, no muy lejos de la que sería , por las hazañas de su hijo, Constantinopla.
En el año 269, Claus fue llevado por sus curadores al pandocheion de Sykeon pues habían contratado a una excelente innkeeper : Helena,  quien durante casi tres años,  sería la madre que el niño no tenía.
Como hostelera, Elena debía estar en contacto permanente con gente de distintas profesiones y religiones. Esto fue un excelente comienzo para el jóven Claus.
Enfermedad, muerte, nacimientos, robos, violencia, cantos, distintas tradiciones, todo esto convivía en la encrucijada existencial que cada pandocheion  representaba.
Gracias a lugares como este, las tradiciones se transmitían a lo largo y a lo ancho del Mare Nostrum.
Muchos hagiógrafos cristianos adoptaron la imagen del profano pandocheion para marcar un hito en el camino a la santidad o la celebridad. Theodore de Sykeon (quien murió en el año 613, es decir, varios siglos después que Helena y Claus habitaran la misma hostería) fue concebido por María,  quien era la inkeeper, junto a su madre y su hermana. Las tres mujeres ejercían la profesión de cortesanas. Un día pasó por allí un mensajero imperial y permaneció un tiempo durante el cual gestó a Theodore.
La imagen negativa del pandocheion -  no sólo el de Sykeon sino de todas las hosterías - fue persistente. Un santo posterior, Nicholas el Monje, quien sirvió  como soldado a las órdenes el Emperador Nikephoros, pasó la noche en un pandocheion cuando viajaba hacia una campaña en el año  811. Durante la noche, la hija de la hostelera, conducida por una “lujuria satánica”, intentó seducirlo tres veces. Nicholas resistió y su pureza moral lo protegió más tarde, durante la batalla. Entonces, se retiró del servicio militar y se convirtió en monje.
La leyenda afirma que Helena, la madre del futuro emperador, trabajó como prostituta en su juventud, representada por su propio padre.
Abd al-Jabbar al-Hamadani (quien murió en el año 1025) la describe como funduqiyya. Este escritor no puede escapar a su condición de musulmán y como la literatura árabe de su tiempo cuestionaba permanentemente la reputación de las mujeres bizantinas.
Helena fue muy importante para Claus y éste para ella. ¿Hasta qué punto podemos considerar la conversión al cristianismo de Constantino como uno de los milagros de Claus? Creo que esto es así y es una de las mejores hipótesis de este cuentoensayo.
Para  comprender el rol de Bohemundo en el segundo nacimiento de Santa Claus debemos hacer una reseña de la relación de los normandos con la Iglesia Católica.
Los siguientes cultemas nos ofrecen una detallada descripción de esa comunión de intereses, de esa misión  compartida:
La curia romana se sirve de los normandos como mercenarios contra los bizantinos.
El problema de fondo era la amenaza bizantina. En Benedicto VIII la ofensiva política y religiosa contra Bisanzio era toda una.
Los peregrinos normandos  que regresaban de Tierra Santa fueron animados por Benedicto VIII y con  su bendición comenzaron a recuperar el sur de Italia, tanto espiritual como temporalmente.
Los normandos eran carniceros, pero a  cambio de la vida  eterna,y esta red de Fé y  violencia traerá ochenta años después el comienzo de la Cruzada, que pasa por la vía de la peregrinación de Roma, el Monte San Angelo y Jerusalén.
Ad nostrum subsidium, el subsidium es el término clave de la teología bélica del Papado contra los sarracenos, en el cual la ayuda que se brindaban recíprocamente consistía en el socorro armado, hecho más meritorio por el riesgo de la propia vida. Tal idea - de la guerra como caridad - estará presente también en la Cruzada y llega gracias a la teología reformista comenzada con León IX.
El Papa León IV (847-854) había prometido el Paraíso a quienes morían en guerra contra los sarracenos. León IX, por  su parte, hacía mártir a quien moría por  defender a los cristianos de occidente, mártir porque moría  por  su prójimo, como Jesús.
Montecassino tuvo una larga experiencia antinormana, cristalizada en un amplio ciclo hagiográfico como lo muestra Desiderio de Montecassino en su  Dialogi  de  miraculis  Sancti  Benedicti.
La muerte del Papa Stefano IX (1057- 1058) abrió la puerta a una experiencia radicalmente  nueva:  la alianza inédita entre Nicolás II (1058 - 1061), Gérard de Tarants de la Casa de Borgogna, por el consejo de Desiderio de Montecassino -  el futuro Papa Víctor III - y  del Archidiácono Hildebrand - después Gregorio VII - con Ricardo de Aversa y Roberto el Guiscardo (1051- 1085), otorgándoles respectivamente, Capua y el doble ducado de Apulia y Calabria, en el curso del sínodo reformador de Melfi (23 de agosto de 1059). El giro era preconizado por Montecassino: se reivindicaba a los normandos por obra del nuevo abad, Desiderio.
Hildebrand estaba colmado por la convicción escatológica que asegura que la batalla entre el Bien y el Mal se inicia en este mundo, y que la Iglesia, Reino del Bien, debía combatir contra Satán también en el campo temporal.
De estos cultemas, que eran las de una generación de eclesiásticos de hierro, provenía la intuición política de Hildebrand, el futuro Gregorio VII.
Con la toma de Galeria (1059), los normandos pusieron fin al cisma de Benedicto X (1058-59), Giovanni Mincio del Conti di Tuscolo, electo abusivamente a la muerte de Stefano IX y exponente del círculo eclesiástico ligado a la aristocracia romana.
Muy probablemente fue discutida en Melfi, la invasión de Sicilia por parte de los normandos, que se inició un año después: era la enésima guerra contra los sarracenos que el Papado reformador recibía de la tradición precedente.
Los intereses dinásticos de los Altavilla y los reformadores del Papado se soldaban en el marco de la guerra antimusulmana. Fue Alejandro II (1061-1073), Anselmo del conti di Baggio, el Gran Papa, a quien le cabe la responsabilidad de haber usado en gran escala el instrumento militar en estrecha conexión con las exigencias de la Reforma.
La guerra de Sicilia  de los normandos fue explícitamente bendecida por Alejandro II.
La alianza con la Iglesia de Roma, tramitada por el abad casinense (Concordato de Melfi, 1059) y la concesión de la Legación  Apostólica a Roberto y Roger - Ruggero -, les otorgó a los dos hermanos una libertad de maniobra notable.
Roberto Guiscard apuntó a la creación de un gran imperio benedictino, para oponerlo al marco monático ítalo-griego, mediante una masiva inmigración de eclesiásticos normandos.
En arquitectura, la trayectoria socio-eclesiástica-cultural de la acción política de Roberto y Ruggero - aquella que los teóricos denominan “la decidida voluntad de colonización cultural” - se basa en un afianzamiento de la estructura basilical , el modelo benedictino-casinense, cuya referencia conceptual es la Iglesia de San Benedicto en Montecassino, ideada por el abad Desiderio, primo de Sichelgaita de Salerno, segunda esposa de Roberto Guiscard y madrastra de Bohemundo.
En este plano político de latinización de la Italia meridional, sobresale la figura del normando Roberto de Grantmesnil, el abad de Saint-Evroult-sur-Ouche, enviado al exilio por Guillermo el Conquistador, a quien Roberto el Guiscardo le asigna la dirección de su programa de arquitectura eclesiástica.
El esquema tipológico de la abadía de la Santísima Trinidad de Mileto, proyectada por Roberto de Grantmesnil, por cuanto es sabido, es directamente comparable a las características de la abadía de Cluny II, de fines del siglo X.
El sarcófago de la segunda mujer de Roger es similar al del Papa Gregorio VII, en la catedral de Salerno. Esta elección está indisolublemente unida a la política general de apoyo al papado siempre actuada por el Conde de Sicilia y de la muy estrecha ligazón que siempre mantuvo con los papas, por sobre todo con Urbano II.
La característica fundamental de la política arquitectónica de Roberto de Grantmesnil era el matrimonio entre la herencia local y la instancia reformista (cluniacense o cassinense) en clave antimusulmana y antibizantina.
Cuando era jóven, Roberto de Grantmesnil, con el permiso del abad Thierry - a quien reemplazó en el año 1059 como conductor del monasterio de St. Evroult en Ouche - viajó a Cluny a perfeccionarse bajo las órdenes del jóven St. Hugh. Como podemos apreciar, en la década del nacimiento de Bohemundo, uno de los normandos que más influyó en su vida estaba ejerciendo en la práctica lo que había aprendido con otro maestro del jóven guerrero, el gran Hugh, quien supo decirle que no a Guillermo, el conquistador, cuando éste le solicitó sus mejores doce hombres para que se hicieran cargo de abadías vacantes en su proceso de reorganización de la iglesia en Inglaterra siguiendo el modelo normando. El Gran Hugh, el General de Cluny, que reinó a la perla del monasticismo desde 1049 al 1109, es decir, durante toda la vida terrenal de Bohemundo.
A pesar de toda la inmensa bibliografía que existe sobre Cluny  (Ver una reseña de la misma en la página 146 del gran libro The Monastic Order in England, de David Knowles - Cambridge University Press, 2004) todavía debe ser escrita la historia de la gesta de Hugh, quien  fue,  más que otra cosa, Maestro de Monjes Guerreros de la Fé, los instructores ideales para un niño normando como Bohemundo, en Montecassino.
Cuando murió el Papa Nicolás, su sucesor, Alejandro II (1061-73) recibió a Roberto de Grantmesnil conjuntamente con otros once monjes de Saint Evroult y le otorgó el uso de la Iglesia de San Pablo, el Apóstol, en Roma.
Posteriormente, Roberto Guiscard le entregó la Iglesia de Santa Eufemia, en la cual sería enterrada Fresenda, la madre de Roberto Guiscard y la abuela de Bohemundo.
También puso bajo sus órdenes el monasterio de la Santísima Trinidad de Venosa,y Roberto puso al frente de la iglesia a Berengar, quien la  gobernó a través de los pontificados de AlejandroII, Gregorio VII (1073-1085), Desiderio (Víctor III, 1086-1087) y Urbano II (1088-1099), durante el cual fue electo por el pueblo como obispo de la ciudad. Berengar le enseñó caligrafía a Bohemundo, arte que recibió del abad Thierry en Saint Evroult.
“Cruce Signati” -  el  título de este cuentoensayo -, es un cultema (1), que he “cazado” - todo lector puede llegar a ser, gracias al autoentrenamiento, un “cazador de cultemas” y un “indexnauta”, un viajero del Index -  de la  frase “Quos peregrini et cruce signati” (en inglés: “The pilgrims and crusaders”, en español: “Los peregrinos y los cruzados”), que podemos leer en la página 50 del libro Albert of Aachen. Historia Hierosolimitana. History of the Journey to Jerusalem, editado y traducido del latín al inglés  por Susan B. Edgington (Oxford Medieval Text, Oxford University Press, 2007), investigadora de la Universidad de Londres, quien nos enseña en una nota al pié de la página , que este parece ser el primer uso registrado de “cruce signatus” como sustantivo, y a pesar de que existen uno o dos tempranos usos del mismo término en sentido adjetival, el término sustantivo sólo llegó a ser ampliamente usado al final del siglo XII, cuando ya era muy difundido el poner  el nombre “Bohemundo” a los niños recién nacidos y esto debido a la gran popularidad del Príncipe de la Iglesia, por sus hazañas en Tierra Santa y contra los bizantinos y por haberse casado con la hija del Rey de Francia. Cuando nació Santo Tomás de Aquino, para muchos habitantes del occidente europeo, “Bohemundo”, “Cruce signati”, “San Nicolás” y “Bari”, eran sinónimos.
¿Son “San Nicolás de Mira”, “San Nicolás de Bari” y “Santa Claus” , un mismo cultema?
En este cuentoensayo he elegido llamarlos a los tres , “Claus”; pues es la fase más contemporánea del mismo cultema.
Un cultema es exitoso cuando es capaz de multiplicarse en copias fieles, numerosas y longevas de sí mismo.
Evidentemente, “San Nicolás de Mira” es extraordinariamente longevo: Nació en el año 260 de nuestra Era, tiene por lo tanto, 1747 años.
“San Nicolás de Bari”, nació en el año 1087, por lo que su edad es de 920 años.
“Santa Claus” nació a principios del siglo XIX , es decir, tiene poco más de 200 años.
Prácticamente, no existe ser humano en este planeta que no sepa quién es “Santa Claus”, qué hace,  cuándo lo hace, con quiénes lo hace y para quiénes lo hace.
Según lo dicho más arriba, para considerar a “Santa Claus”, un cultema exitoso - dado que es longevo y muy numeroso - sólo nos resta comprobar si sigue siendo una copia fiel del original.
Y eso lo veremos cuando hablemos de Santo Tomás de Aquino
1)“Cultema” es una unidad mínima de transmisión cultural, un gen de cultura, una frase, o varias, o parte de una; que es reproducida en cantidad y fidelidad suficiente como para sobrevivir por un largo período de tiempo en textos de distinta naturaleza. El orígen de este término es la palabra “meme” que usa Richard Dawkins en su fabuloso The Selfish Gene (Oxford University Press, 1976).
Todos los cultemas son memes en el sentido que les da Dawkins. Pero, preferí usar una nueva palabra para señalar solamente a las frases que merecen ser recordadas y multiplicadas, retransmitidas a Otros. No importando el motivo por el cual lo hacemos. Seguramente, los cultemas que conforman nuestra cosmovisión determinarán nuestra constante selección, que no es “absolutamente libre” como parece ser.
Somos - parafraseando a Dawkins - “máquinas de supervivencia de los cultemas”.
Esto en modo alguno condiciona nuestro “libre albedrío” , pues siempre podemos rechazar un cultema que no se “lleve bien” con nuestro “banco de cultemas”, que repugne o contradiga nuestra “forma de ser o de pensar”. Solemos incorporar con ligeras variaciones a muchos cultemas que nuestros padres hubieran rechazado de cuajo y esto forma parte de la “guerra de los cultemas”, uno de cuyos capítulos fundamentales lo constituye el tránsito generacional.
De las obras apologéticas y polémicas de Santo Tomás de Aquino, destacamos dos título: De  rationibus fidei  contra Sarracenos, Graecos et Armenos, del año 1261 y Contra errores Grecorum, escrita entre los años 1261-1264.
No debe extrañarnos que  el  extraordinario  filósofo  católico  medieval,  a 174 años de la recuperación de las reliquias de Claus, haya escrito  dos textos contra los Sarracenos, los Griegos y los Armenios: los cultemas vigentes en el año del nacimiento de Bohemundo - 1054, el año del Cisma entre la Iglesia Católica y la griega - seguían teniendo una vigencia llamativa en estos textos de un integrante destacadísimo de los dominicos.
No olvidemos que era descendiente, por parte de su madre -  quien,  con  orgullo,  se lo recordaba permanentemente -  de los bravos normandos que participaron, directa o indirectament,  en  el traslado desde Mira,  de las reliquias de Santa Claus,  donde se encontraban custodiados por  griegos sometidos a sus amos sarracenos.
Santo Tomás es la síntesis filosófica suprema de la alianza entre los normandos, los longobardos y la Iglesia :  no en  vano recibió su primer educación -  desde los cinco años -  en el monasterio de Montecassino, abadía gobernada por un hermano de su madre, condesa que  soñaba con  su pequeño Tomás convertido en un nuevo Desiderio, el comandante  de los monjes que educaron  a Bohemundo.
Los benedictinos, convencidos  sobre la inevitable declinación de su abadía en los próximos años, debido a la  relación tormentosa que el papado mantenía con el emperador, decidieron enviar  a Tomás, a la edad de catorce años,  a la prestigiosa Universidad de Nápoles.
Este traslado - “ya nuestro Montecassino no será lo mismo, mejor que nuestro Tomás se desarrolle en otros ámbitos más provechosos para nuestra Iglesia” -  fue un verdadero “milagro” pues,  poco después, en 1239,  el emperador Federico II mandó expulsar a los monjes de Montecassino y  once de  ellos, dignos herederos de Desiderio, murieron peleando.
En ese prestigioso centro de estudios de Nápoles, Tomás pasó cinco años.
Una noche de invierno de 1243, comiendo en una hostería de los suburbios de la ciudad, ,  conoció a tres “hermanos predicadores” de la Órden creada por Santo Domingo en el año 1215.
Eran hombres de aproximadamente 50 años de edad, mayores para los parámetros del mundo medieval. Fornidos, de una apariencia general que indicaba su sangre normanda.
El futuro doctor angelicus, quien ya estaba haciendo los primeros borradores de su De ente et essentia, se sintió profundamente conmovido por su humilde apariencia y por la claridad de sus expresiones.
Habían comenzado a discutir con los parroquianos sobre los resultados obtenidos por las huestes de Simón de Montfort en Languedoc veinte años atrás. El motivo había sido el reciente traslado de las reliquias de Amaury de Montfort - el hijo del héroe de la Cruzada Albigense - de  Otranto a una  tumba en San Pedro, Roma.
Los dominicos insistían en llamar a Simón, “el atleta de Cristo” y a su hijo,  un héroe cristiano,  que fue prisionero de los musulmanes y que merecía todos los homenajes de la Iglesia.
Tomás jamás había presenciado una discusión pública  de este fervor y de esa calidad en la argumentación. En un momento determinado, se puso de pié y defendió la posición doctrinaria de los Guerreros de Santo Domingo.
Ellos le agradecieron el gesto, invitándolo a compartir su mesa.
Cuando los contendientes se calmaron y cada cual se ocupó de sus propios asuntos, los Hermanos le contaron que habían conocido a Domingo de Guzmán en una hostería de las afueras de Toulouse, ubicada en el antiguo camino romano que conduce a Carcassone y termina en Narbonne, sobre el Mediterráneo.
Los tres eran mozos del pandocheion - tenían entre ocho y diez años de edad - y estaban acostumbrados a tratar con los viajeros que iban y venían desde los puntos más lejanos del mundo conocido.
Oderico de Normandía,  se encargaba del cuidado y el descanso de los caballos y cuando quedaba desierto el  recinto en el cual los huéspedes comían y bebían, se iba a dormir al establo.
Vitalis de Bergerac, en la ribera norte del Dordogne, se ocupaba de la limpieza de los cuartos y de mantener la iluminación de los pasillos durante las noches.
Amyric de Le Puy, en la ribera occidental del Loire, ayudaba en la cocina y en servir los platos a los comensales.
El encargado de la hostería era un believer  - creyente- de la iglesia Cathar y discutió durante toda una noche de verano de 1203 con Domingo. Como la discusión fue grandiosa y quedaron admirados por la vehemencia y el fervor del hombre santo y su ortodoxia implacable,  no dudaron en seguirlo como novicios en su viaje de regreso a España para  entregar al rey  Alfonso VIII de Castilla , los resultados de una misión que le había encomendado para casar a su hijo.
Los tres eran de orígen muy humilde pero de cuna católica y sólo toleraban el maniqueísmo de su patrón por razones de comodidad. La llegada de Domingo los hizo despertar de su letargo y comprendieron que toda su vida tenía ahora un sentido, una misión.
Desde entonces viajaron de pueblo en pueblo en sandalias y sin dinero demostrando con el ejemplo y la predicación pública -  la lectura en voz alta -,   la Fé  verdadera  y tuvieron el privilegio de colaborar activamente en el desarrollo del método retórico mediante el cual las órdenes mendicantes transformaron  el arte de hablar  ante  audiencias populares.
En Montreal, a principios del mes de Abril de 1207 -  “cuando teníamos más o menos tu edad, Tomás” - participaron como testigos en primera fila,  del gran debate público entre Domingo y un grupo de campeones heréticos, dirigidos por el obispo de Toulouse, el celebrado predicador cathar,  Guilabert de Castres. Fue tan intenso el intercambio de argumentos que los cuatro árbitros - todos Cathares , palabra  griega que significa “purificados” - se negaron a dar un veredicto sobre el triunfador.
A pesar de eso,  más de cien de los asistentes se convirtieron al catolicismo y dejaron en el pasado su  adhesión  al  dualismo maniqueo.
San Domingo causaba tanta impresión entre los herejes que uno de ellos, dijo: “Sus sentimientos eran tan intensos que estallaba en lágrimas, comunicando su emoción a toda la audiencia. Nunca  oí  a un hombre cuyas palabras pudieran llevar a  tantos  al  arrepentimiento”.
En 1214 , los tres acompañaron al santo cuando Simón de Monfort - su amigo del alma, quien realizaba con la espada lo que él hacía con la lengua -  le entregó  los beneficios de la recientemente conquistada ciudad de Casseneuil, y un año después tres casas adjuntas al Castillo Narbonnais,  en Toulouse.
A los seis meses de estos eventos, acompañaron a Santo Domingo en su gran recorrido de Italia y el norte de Francia.
El resultado de esta predicación fue la reunión fundacional  de la Orden de los Hermanos Predicadores, el 15 de Abril de 1215,  de la cual formaron parte como actores principales.
- Cada vez que alguien de tu edad se une a nosotros, está reviviendo y renovando el espíritu  de aquella verdadera comunión en la que  participamos cuando teníamos 19 o 20 años - expresó Vitalis, al ver los ojos abiertos del estudiante nacido en  Roccaseca.
- Mis padres quieren que sea el  abad de Montecassino, para honrar a mis ancestros longobardos y normandos - murmuró Tomás.
- A  tus ancestros  normandos los honrarás mejor , siendo un cruzado de los caminos, de las hosterías y de las plazas , como nosotros - dijo,  en voz alta,  Oderico.
En las primeras horas de la madrugada se desató una feroz tormenta eléctrica y el jóven se puso muy nervioso. Ante las preguntas de los dominicos,  explicó el motivo.Todos los años la familia hacía  una peregrinación a Bari para  reverenciar a Santa Claus y tocar sus reliquias, que exudan el óleo santo que cura todos los males. Un año antes de ingresar a Montecassino, por jugar en el interior de la catedral consagrada por Urbano II, su hermana más pequeña y una nodriza no llegaron a tener contacto con el maná sagrado de Claus.Al regresar  al castillo de San Juan en Roccaseca, padecieron los embates de una gran  tormenta.  Por la noche cuando dormían, un rayo alcanzó el cuarto que compartían Tomás, su hermana y la nodriza. El niño fue el único que sobrevivió.
- San Nicolás es nuestro santo protector - dijo Vitalis - y por lo que relatas, también es el tuyo.
- El protector de los niños, los estudiantes, los marinos, los condenados, las mujeres solteras, y, por  sobre todo, de los viajeros del camino y los que trabajan en las hosterías - agregó Amyric.
Y, los tres, haciendo una  demostración de  su  arte predicador  le contaron  cómo Simón de Montfort compartió una tradición oral con  Domingo durante el asedio de Moissac. Ambos amigos  descansaban en la villa de San Nicolás de la Grave a pocos metros de la confluencia de los ríos Tarn y Garonne. Poblado que los hijos de Montecassino - los benedictinos -  planificaron y  construyeron durante el siglo XI, bajo el papado de Gregorio VII. Pueblo que ratifica la secreta influencia que Desiderio y sus amigos tuvieron en el rescate de las reliquias del santo de Mira.
( Por la elección del nombre:  “San Nicolás”)..
- Cuando veo esta hermosa obra de la razón humana , cumpliendo el Plan de nuestro Señor , no puedo dejar de pensar la tradición que me transmitieron los cuidadores del pandocheion que el Príncipe Bohemundo construyó en Antioquía durante la Primer Cruzada - dijo el normando mirando hacia la ciudad sitiada.
Domingo sonrió al pensar que Nicolás era uno de los pocos santos que no era mártir.
- Bohemundo estaba orgulloso de haber ordenado la expedición que rescató sus reliquias de manos infieles. Ojalá su poder milagroso nos permita tomar  Moissac sin mayores bajas -agregó Simón, el cruzado.
Durante dos días, los amigos invocaron al santo que nació en Mira, en Bari y  que volvería a nacer  en  la Nueva Amsterdam de norteamérica, varios siglos después.
Al tercer día los ciudadanos  enviaron emisarios,  ofreciendo la ciudad semidestruida a cambio de sus vidas. Los términos fueron aceptados y las puertas fueron abiertas. La guarnición integrada por mercenarios fue ejecutada.
Oderico,  también describió ,  con lujo de detalles,  la construcción   durante 1219, del convento de San Nicolás, en Bologna, bajo la directa supervisión de Domingo. Convento en el cual el mismo creador de la Órden de los Hermanos Predicadores, habría de entregar su alma al Creador en el año 1221, y que por ese motivo sería luego rebautizado Santo Domingo.
No es esa la única coincidencia entre nuestra Órden y San Nicolás - aclaró Oderico.
Y le dijo al futuro teólogo cómo cuando Valencia fue reconquistada por la cristiandad el 28 de Septiembre de 1238 por las fuerzas de Aragón bajo el mando del rey Jaime, el sabio monarca les entregó a los dominicos el palacio del rey moro, palacio que se convirtió en el convento de San Nicolás, posteriormente, Santo Domingo.
¿Qué significan estas extraordinarias coincidencias? ¿Es o no un milagro que conventos dedicados a San Nicolás primero, sean  “Santo Domingo”, después?
Las hosterías parecen ser “lugares de los milagros”, las encrucijadas para el desarrollo y la expansión del cristianismo.
Del encuentro de Helena y Claus nació la famosa y trascendental decisión de Constantino: la Pasión de Cristo es el Credo del Imperio.
De la conversación de los tres comandos dominicanos con Tomás, nació la vocación inquebrantable del futuro gran filósofo del medioevo.
Siglos después, de los funduq - las hosterías árabes - nacerá la religión musulmana. (Mahoma era asiduo concurrente a ellos pues trabajaba con su tío, un exitoso organizador de caravanas, los ríos culturales  que cruzaban la península arábiga hacia todos los rumbos).
Los tres Hermanos Predicadores, antes de despedirse , le contaron al jóven de Aquino,  que fueron ellos quienes llevaron el cadáver de Simón de Montfort - el “Atleta de Cristo”, el líder de la Cruzada Albigense - , el 25 de julio de 1218, a una capilla de la catedral de San Nazaire, en Carcassone.
Tomás de Aquino volvería a ver, meses después, a los tres soldados de Santo Domingo. Quienes vestidos de paisano, serían los jefes del comando dominicano que lo rescató del castillo de San Juan, donde lo mantenía prisionero su familia para que desistiera de su elección por los Hermanos Predicadores, órden que siempre mantuvo una especial vinculación con Claus, “el hacedor de milagros”.
En la Summa theologiae, dice Tomás: “cuando el bendito Nicolás deja los regalos en una  casa, lo hace secretamente, evitando los aplausos, evitando causar humillación en quien recibe el obsequio”.
Entre 1272 y 1273, en la parte final de su existencia terrenal, Tomás eligió como lugar para sus oraciones matinales,  sus meditaciones y su misa de la mañana, a la capilla de San Nicolás , en la iglesia de San Domingo, de Nápoles.
Todo un símbolo para los escépticos que suelen decir, irónicos,  que Santa Claus es un cultema pagano.
En esa capilla de San Nicolás, nuestro filósofo tuvo dos experiencias místicas inolvidables.
La primera ocurrió durante los primeros meses del año 1273, cuando Cristo, desde la Cruz,  le preguntó cuál era su mayor deseo, porque quería recompensarlo por sus escritos. El sucesor de Desiderio, Bohemundo, Domingo y Simón le respondió que su única recompensa era Él.
La segunda aconteció - otra impresionante coincidencia - el 6 de diciembre de ese mismo año, el día de San Nicolás: No debía continuar con sus trabajos pues su partida estaba próxima.
En un maravilloso sermón - predicado el 6 de diciembre de 1271 -  Santo Tomás,  nos enseñó que podemos aprender cuatro cosas loables sobre Santa Claus: su elección maravillosa, su consagración singular, la ejecución eficaz de su trabajo y su espíritu inquebrantable y firme. Si lo aplicamos a las características actuales del cultema “Santa Claus” , comprobamos que las cuatro características se cumplen exactamente: los niños, durante todo el año se prepara para la Nochebuena, no queda ningún niño sin su obsequio -tiene millones de padres como “ayudantes”- y sigue persistiendo en su misión,  a pesar de los descreídos que sólo lo ven como un producto de la Coca-Cola.
El Señor descubrió al bendito Nicolás de estas maneras:  la virtud en su niñez, en su juventud; un alma fiel; la piedad hacia los afligidos; un sirviente que lleva a cabo la tarea de su Señor, la misericordia; y por estas virtudes, lo dotó del poder inmenso de curar con el aceite que mana de su cuerpo.
Gracias a los cientos de discípulos que tuvo Santo Tomás, que desarrollaron las corrientes filosóficas que se denominan Tomismo y Neotomismo, los cultemas relacionados con Santa Claus, se propagaron por todo el mundo.
Guilelma, Beatrice y Alice, tres mujeres albigenses, convertidas por Santo Domingo, fueron las primeras monjas que ingresaron al convento ,  creado para conversas, por el santo en Prouille, en septiembre del año 1207.
Contagiadas por el fervor místico del fundador de la Órden de los Hermanos Predicadores y con la intención de conseguir nuevos católicos entre la comunidad albigense, a fines de diciembre de ese mismo año se dirigieron a las ciudades de Albi, Toulouse y Carcassone para regalar, en nombre de San Nicolás, distintos objetos a los niños pobres, aclarando que lo hacían para festejar el nacimiento de Cristo.
Las ayudó en su tarea, Folquet de Marsella, ex trovador, convertido en obispo de Toulouse y fundador de la “Hermandad Blanca”, grupo de apoyo a Simón de Montfort,  que portando cruces rojas sobre vestimenta blanca, luchaban contra la usura.
Hasta que aparezcan nuevas pruebas, podemos considerar que Guilelma, Beatrice y Alice fueron las primeras en asociar a San Nicolás con la Navidad y con los obsequios para los niños.
Fueron las primeras “ayudantes” de Santa Claus, por lo cual, nos encontramos con una “extraña” coincidencia: los duendes que hoy lo “ayudan” en el Polo Norte son criaturas “extrañas” a la religión cristiana -  según lo  afirman algunos y lo niegan otros -  y ellas fueron “herejes”, que regresaron al Camino, gracias a Domingo de Guzmán.
En el año 1081, apenas terminó la terrible batalla de Durazzo, a escasos novecientos metros de la recién conquistada ciudad de  Dyrrachium, sobre el cuello de tierra que se extiende de Dalmacia hacia el mar y que termina con un promontorio sobre el que se encuentra el santuario dedicado a San Nicolás - quien según Anna Comnena , hija de Alexius Comnenus, el emperador bizantino derrotado por los normandos en esa batalla, fue el más grande de los pontífices - , mirando el Adriático, estaban Bohemundo, Sikelgaita de Salerno, Roberto Guiscard y Roberto de Grantmesnil.
Este último, susurrando, le dijo al Príncipe de la Iglesia:
-Bohemundo, tienes que rescatar los huesos de Nicolás y llevarlos a Bari.
Roberto el Guiscardo y Sikelgaita, asintieron con un movimiento de cabeza.
Bohemundo sonrió , pues eso mismo le decían Constantino , el africano, Desiderio y Alfano de Salerno, en el scriptorium de Montecassino.
- Me lo dijo en mis sueños el mismísimo Nicolás - agregó el obispo-arquitecto normando, quién se ascendió al Señor el 13 de diciembre de 1081, una semana después de festejar el día de Santa Claus.
En diciembre de 1809 se publicó en Nueva York el libro Knickerbocker's History of New York, de Washington Irving, de veintiséis años de edad.
En el texto hay gran cantidad de frases dedicadas a San Nicolás. Citaremos algunas para demostrar cómo los cultemas que hemos visto en las páginas anteriores siguen teniendo vigencia.
“El arquitecto , un hombre religioso - lejos de colocar como mascarón de proa, un ídolo pagano como Júpiter, Neptuno o Hércules , abominaciones infernales que han provocado muchos naufragios - levantó una imagen bondadosa de San Nicolás, equipado con un sombrero bajo de ala ancha, pantalones flamencos cortos y una larga pipa. El navío partió de Ámsterdam como un ganso majestuoso, lujosamente adornado y haciendo sonar sus campanas”.
“El viaje fue maravilloso, porque estando bajo el especial cuidado del siempre venerado San Nicolás, el Buena Mujer parecía estar dotado de cualidades desconocidas para los  navíos comunes”.
“Viendo las excelencias del lugar, ellos no tenían dudas que el bendito San Nicolás los había guiado como un verdadero faro para establecer su colonia”.
“Uno de los dirigentes del consejo les indicó cómo dejar los pantanos, pues el mismísimo San Nicolás se lo dijo en un sueño”.
Si analizamos el texto de Irving, podemos afirmar que, para los pioneros holandeses que fundaron Nueva Amsterdam - la actual Nueva York, la capital del mundo, la Nueva Roma - , Santa Claus tenía el rol fundacional que los romanos atribuían a Rómulo y Remo.
Por lo cual, San Nicolás, no es un mero símbolo del Imperio...¡es el faro que guía a los fundadores del Imperio!
Si compartimos la idea de un Imperio Romano que “evolucionó” desde la Pax Romana hasta la Pax Americana - pasando por la Pax Britannica - esa afirmación asume la imponente prepotencia de una verdad de perogrullo: “Santa Claus” es uno de los cultemas de esa evolución imperial,  que se desplaza del Mediterráneo - el mare  nostrum - al  Atlántico.
Los normandos que conquistaron Italia, consolidaron a la Iglesia Católica como el Poder supranacional y rescataron a San Nicolás de su tumba turca, conquistaron el nuevo océano con las legiones perdidas de Roma, devenidas Órdenes monásticas y corrientes migratorias, y , principalmente, con los brazos y las tradiciones nacidas y crecidas en las costas del mar vikingo-católico por excelencia: el de Irlanda, que mutó al Atlántico Verde.
Galeses, bretones, anglosajones y escoceses son, también,- mucho más de lo que algunos suponen - otros nombres para decir “vikingos”.
Bohemundo nació en el año 1054 y , a la edad de cinco, ingresó en el extraordinario monasterio de Montecassino.
Muchos historiadores hablan de Roger Borsa  -el monedero- como el heredero elegido por Roberto Guiscard, de una supuesta postergación del primogénito del Duque de Apulia.
Supuesto equivocado, en el mejor de los casos. Malintencionado, en el peor.
Parece que algunos académicos consideran políticamente incorrecto,  el reconocer que la reforma en la iglesia se apoyó  en las armas normandas para imponer su posición independiente y hegemónica ante los poderes terrenales.
El estudio y el análisis de esta especial relación con los vikingos es imprescindible para todos los que tengan intención de hacer una carrera diplomática.
Ni hablemos de quienes tienen vocación política.
Bohemundo, en cambio, con el guiño de sus padres biológicos y su madrastra, Sikelgaita, la Princesa Guerrera, fue educado por los grandes reformadores eclesiásticos del siglo XI para ser la Espada de Cristo, el Guerrero de Dios, el Primer Cruzado, el Príncipe que hizo nacer por segunda vez a Nicolás de Mira y el normando que parió el segundo nacimiento de Santa Claus.
Desiderio, el Papa Víctor III; Hildebrand, el Papa Gregorio VII; Alfano, obispo de Salerno; Constantino, el africano; el cardenal Humbert - el primerísimo actor del Cisma de la Iglesia Griega - y Urbano II, la voz de Clermont, que llamó a la cristiandad a la Primer Cruzada, fueron los maestros del futuro Príncipe de Antioquía.
Sin olvidarnos de Hugh de Cluny, Roberto de Grantmesnil y Berengar, quien aprendió en Saint Evroult el arte de la caligrafía.
Bohemundo, siguiendo las enseñanzas de sus insignes maestros, planificó y ejecutó a través del futuro obispo Elía , de Bari, la misión comando que rescató la osamenta de Claus de su prisión musulmana.
Según la leyenda, en un viaje que hizo a Roma, el benefactor de las novias, los estudiantes, los viajeros, los marinos, los condenados y los niños, al navegar por el Adriático, frente al puerto de Bari, dijo: “Aquí descansarán mis huesos”.
Y el hijo de Roberto el Astuto y Alberada de Buonalbergo, cumplió la profecía de Santa Claus, que nació por segunda vez con el nombre multiplicado, desde el año 1087,  por millones de voces a lo largo y a lo ancho del mundo: “San Nicolás de Bari”.
En el año 1080, el Papa Gregorio VII , consideraba que Bohemundo - de 21 años  de edad - era capaz de acudir en su ayuda y que podía reemplazar exitosamente a su padre, Roberto Guiscard.  Su confianza se basaba en el entrenamiento que la Iglesia le había dado al jóven normando:  adiestrado, educado, y  formado para ser un León de la Fé, una Gárgola Humana.
El mismísimo William de Malmesbury nos dice que el Papa Urbano II , convocó a la Primer Cruzada siguiendo las órdenes de Bohemundo (Gesta Regum Anglorum, Volumen I, Oxford University Pres, 1998, editada y traducida  por R . A. B. Mynors, R. M. Thomson y M. Winterbottom, 344.1).
Han sido reproducidas muchas veces las frases del Santo Padre sobre las capacidades diferentes del que habría de ser Víctor III, Desiderio de Montecassino y el pontífice que llamaría a la Cristiandad a la Primer Cruzada, Urbano II.
Gregorio VII aseguró que para luchar elegía a Desiderio, el primo de Sikelgaita de Salerno y que para defender una posición dogmática, el elegido era Urbano.
En el año 1099, Bohemundo tenía cuarenta y cinco años, y sus amados maestros habían muerto:
Nicolás II, el burgundio Gérard, quien fuera obispo de Florencia y el papa que otorgó a Roberto Guiscard los ducados de Apulia, Calabria y Sicilia en Melfi en 1059, murió en 1061, a los dos años de su ingreso como pupilo en el monasterio de Montecassino,  el mayor centro de producción de libros en el Sur de Italia en la Alta Edad Media.
Desiderio, el lombardo Dauferius, el primo de su madrastra, murió el 16 de Septiembre de 1087 , pocos meses después de la recuperación de los restos de San Nicolás, por parte del comando normando enviado por Bohemundo al territorio ocupado por los musulmanes. Uno de los artífices de la alianza entre los normandos y la iglesia católica, y quien,  como  el Papa Víctor III  , en ese mismo año y por expresa recomendación de su alumno predilecto, Bohemundo, fomentó la creación de un ejército cristiano - integrado por normandos, genoveses y pisanos - que bajo la bandera de San Pedro capturaron la ciudad de El Mahadia y obligó a los sarracenos a pagar tributo a la Santa Sede y liberar a todos los cristianos esclavos.
Sikelgaita, la valiente segunda esposa de Roberto Guiscard, murió el 16 de Abril del año 1090 , y por su expreso pedido, fue enterrada en el monasterio de Montecassino. Bohemundo jamás olvidó cuando combatieron codo a codo contra los bizantinos en la batalla de Dyrrhachium (Durazzo).
Gregorio VII - el gran Hildebrand - murió en sus brazos en 1085, el mismo año en el que murió su padre, Roberto Guiscardo.
Urbano II - su gran amigo - murió en Roma el 29 de Julio de 1099, dos semanas antes de la toma de Jerusalén por el ejército cristiano.
Constantino, el Africano, el gran médico que le enseñó los secretos de la prevención de las enfermedades de los viajeros - que tantos resultados le dieron en la terrible marcha para conquistar Antioquía - murió en la Navidad del año 1087 y pidió ser sepultado junto a su gran amigo, Desiderio.
Humbert de Silva Cándida había muerto en el 1061 y Bohemundo nunca olvidó sus enseñanzas sobre la naturaleza herética de la iglesia griega, tan peligrosa - para el intransigente cardenal - como los musulmanes.
El inolvidable Alfano I, murió en el año 1085.  El poeta, médico y arzobispo de Salerno que le permitió participar activamente en la construcción de la catedral en honor de San Mateo luego de la entrada de Roberto Guiscardo en la ciudad en 1076, cuando el jóven tenía 17 años y fue enviado por Desiderio para comprobar la devoción que los salernitanos sentían por el santo a quien le atribuían la frase: “Salerno es mía: yo la defiendo”.
Esta experiencia fue causa de su decisión de rescatar los restos de Santa Claus  y de la construcción en su honor de la catedral de Bari.
El único de los maestros de Bohemundo que aún vivía en el año 1099, era Hugo, el gran abad de Cluny, a quien vió por primera vez en el año 1063,  cuando tenía nueve años de edad y viajó con Peter Damián,  a conocer a la Perla del Monasticismo,  en un viaje de estudio ordenado por Desiderio e Hildebrand.
Estuvo en el monasterio unos pocos días y estableció una excelente relación con Hugo, amistad que duraría toda la vida, a pesar de  Peter Damián -  ninguno de los dos amigos tendría una buena relación con el discípulo de Romuald de Ravenna , con el que compartieron muchos eventos históricos -, quien criticó durante todo el viaje de regreso a Montecassino, la vida fácil de la comunidad cluniacense, comparada con la vida del ermitaño, la manera más perfecta de seguir a Cristo, según él. Una y otra vez le repetía Peter a Bohemundo,  durante el largo viaje: - “ad eremun ergo, charissime fili, sub omni celeritare revertere, ne dum monasterialis adolescentiam tuam latitudo delectat, eremi districtio...in odium veniat”.
Fue Hugo, el Grande, quien le enseñó a Bohemundo, el inmenso valor que tenía para el cristianismo, la veneración de las reliquias de los santos.
Por esa predicación, aquella tarde del verano moribundo del año 1080, cuando visitó al Papa Gregorio VII en Roma, para rogar su bendición para la conquista del Imperio Bizantino,  tuvo el privilegio de ser testigo de la redacción de la carta que el Santo Padre envió al Arzobispo Alfano I de Salerno, el 18 de Septiembre.
De todas las frases que en ella escribió Hildebrand, Bohemundo recordó hasta su lecho de muerte,  el pedido que el Papa le hacía a su padre y a la princesa lombarda Sikelgaita, su segunda esposa, de construir en Salerno, una catedral para reverenciar las reliquias de San Mateo y, muy especialmente, el reconocimiento que hacía Gregorio de la dedicación de Alfano y la importancia de su hallazgo: “No sin razón te doy las gracias, querido Hermano, por haber dado los pasos tan cuidadosamente, acciones que nos permitieron la alegría de haber recuperado a nuestro héroe evangélico,  beneficio revelado por el Paraíso y no dudo que mantendrás el augusto cuerpo de Mateo a resguardo, para su permanente veneración”.
Esa tarde, en el mismo momento que el pontífice dictaba el texto a un escriba, Bohemundo, juró recuperar las reliquias de los santos cristianos en manos de los herejes y sus cómplices.
Desiderio, quien los acompañaba, miró a Hildebrand y ambos sonrieron.
El año siguiente, de cara al Adriático, en el santuario de San Nicolás, en las cercanías de Durazzo, terminada la gran batalla, Roberto de Grantmesnil, espontáneamente le daría el nombre del primer santo que debería recuperar para la Iglesia Católica: Santa Claus.
Poco antes de morir, Bohemundo haría una intensa peregrinación por los pueblos de Francia, entregando en distintos monasterios, cabellos de la Virgen María, recuperados en Tierra Santa. (Gira que explica la inmensa popularidad de sus hazañas y la gran cantidad de niños con su nombre).
Por todo esto, en homenaje a sus amados amigos, en 1099, fundó el monasterio de San Nicolás del Casole , cerca de Otranto, y nombró como primer Abad a Igumeno Giuseppe, uno de los dos monjes espías que envió con el comando que rescató a San Nicolás de su prisión bizantina-musulmana en 1087 y que cumplió exitosamente su misión, haciendo una perfecta descripción de la ruta a Antiochía y las fortificaciones enemigas que custodiaban los caminos. Mapa que le permitió a Bohemundo,  coronar con éxito su participación en el desarrollo de la Primer Cruzada. (No olvidemos que fue su principal gestor y quien hizo las cruces rojas para que sus guerreros las usaran sobre sus pechos).
Junto con Igumeno, Bohemundo redactó la Regla (el Typikon) que debían seguir los monjes del nuevo monasterio: las procesiones, las fiestas patronales, el hora a hora del Día Monástico, el órden de las comidas...
No en vano fue educado en Montecassino, el Hogar de San Benito, el creador del monasticismo occidental, un eco de Pachomius, el amigo del Santa Claus de carne y hueso, el hijo adoptivo de Helena, la madre de Constantino, el Creador de la Iglesia Imperial.
El monasterio fundado por Bohemundo es cuna de la lengua italiana y esa es otra historia digna de ser relatada en otros libros.
Bohemundo y su amigo Elía, quien llegó a ser Arzobispo de Bari, seleccionaron personalmente a los caballeros y a los marinos y a los dos espías que formaron parte de la “operación rescate” de Santa Claus.
La “historia oficial” siempre habla de los “marineros  de Bari”, como si los normandos y la Iglesia Católica no tuvieran nada que ver con el asunto.
Los hechos que se relatan en este Libro de Madera, mas la primer visita del Cardenal Ratzinger a Bari, como el actual Papa Benedicto XVI, (y el uso del camauro y la mozzeta , el pallium y el Anillo del Pescador) y sus palabras: “Afortunada Bari, que preservas los huesos de San Nicolás”,  no dejan lugar para las dudas.
Ante los sorprendidos monjes bizantinos, que custodiaban en Mira, dentro del templo, las reliquias de Nicolás, los cruzados de Bohemundo y Desiderio, dijeron:
"Míren, nosotros no hemos desembarcado por nuestra propia voluntad, nos han enviado el Papa de Roma y Bohemundo, el señor de Bari, nuestra ciudad, quienes nos ordenaron la misión de llevar los restos de San Nicolás sin demoras ni pretextos, pues el mismo santo en persona se le apareció en una visión a nuestro Víctor III,  para que esto, ASI SEA”.
La fundación del monasterio de San Nicolás del Casole ha sido mal interpretada por los historiadores italianos, quienes la consideran una muestra de la “unidad de la cultura griega y la latina” y  hecha por Bohemundo para consolidar su poder político en una población mayoritariamente de orígen griego y con una marcada predisposición favorable al imperio bizantino.
Cometen el mismo error que los historiadores “anglosajones”,  cuando pretenden “olvidar” los aportes y las consecuencias de la conquista normanda.
Así como no fueron”marineros de Bari” quienes rescataron a Claus de su cárcel de Mira,  tampoco el monasterio de San Nicolás del Casole  fue fundado para “integrar” lo latino con lo griego: la principal intención de Bohemundo fue “latinizar”, imponer la Iglesia Católica, a una población demasiado “amiga” del imperio bizantino.
Crear una réplica, un clon de Cluny y de Montecassino, para difundir los cultemas del Nuevo Imperio: la Iglesia Romana.
El Cluny de Hugo, el Grande. La Montecassino de Desiderio. La que bajo su conducción conoció su Edad de Oro.
El lugar en el cual se educó Alfano de Salerno, quien asistió a Gregorio VII en su lecho de muerte,  el obispo que le enseñó al jóven Bohemundo, que el verdadero poder se encuentra en la construcción de una red que relacione lo político, lo militar y lo espiritual.
Gracias a Alfano, los líderes políticos y religiosos normandos aprendieron que tenían el deber de proteger a la población local y las siete catedrales que levantó en Sarno, Nusco, Acerno, Policastro, Marsico, Cassano y Martirano, ubicadas en ciudades de importancia estratégica y política, perseguían  propósitos militares. Además, como valor agregado de órden espiritual, hospedaban las reliquias de los santos, cuyos poderes supernaturales  permitirían superar los tiempos difíciles.
Como vemos, Santa Claus siempre fue un cultema imperial.
Que haya sido, en tiempos modernos, elegido como símbolo de la Coca-Cola , no es más que una consecuencia necesaria de su historia.
Creo, que su mayor milagro fue el posibilitar la evolución del Imperio Romano a través de la Conversión de Constantino.

Guillermo Compte Cathcart

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