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jueves, 11 de junio de 2015

La Tumba de las Luciérnagas

Santiago, mi nieto primogénito, es un amante de las muy buenas películas.
Me invitó a ver, y lo hicimos, una excelente muestra del cine de animación realizada en Japón: "Hotaru no haka", La Tumba de las luciérnagas.
Como siempre sucede, este film también ha merecido análisis de todo tipo, y más tratándose del tratamiento de la Segunda Guerra Mundial, un hecho difícil de valorar desde un punto de vista, desde una perspectiva, con cierto grado de objetividad.
El dolor ha sido tan grande y tan distribuido en todo el planeta, que hay muy pocos seres humanos que se hayan librado de esas cicatrices horrendas.
Tal vez, y lo remarco especialmente, tal vez, las generaciones más jóvenes puedan ser mejores e imparciales jueces de ese drama humano.
Yo nací en 1946 a escasos meses de la culminación de la conflagración y mi niñez transcurrió en la postguerra. Fui testigo de la llegada a la Argentina de decenas de inmigrantes provenientes de Italia, Alemania, Hungría, Polonia, Holanda, Bélgica, Francia, Inglaterra, Grecia, Turquís, Rusia, Yugoslavia,China y Japón.
Esas voces relataban distintas versiones del conflicto, a pesar de compartir - en general -la condición de víctimas.



Por eso, cuando veo una cinta que trata el tema, no me sorprendo demasiado, pues ya he tenido "relatos" similares en tiempo real y no en la dinámica temporal de la ficción.
Ese contrapunto me exime del fervor que pone aquél que es dominado por la parcialidad que caracteriza a las partes intervinientes en el conflicto.
"Hotaru no haka" parece ser una película triste y dedicada a mostrar los sufrimientos de dos hermanos.
Pero hay varias pistas que lo desmienten.
En verdad, la interpretación "superficial" de la bella propuesta realizada por Isao Takahata, la confina al rango de propuesta "antibelicista".
En varias escenas Seita el personaje principal, es decir, el hermano mayor "mira" - y nos hace compartir la mirada- , una foto de su padre, un oficial de la armada japonesa.
Si hubo una fuerza que representó al "Imperio" fue la marina y el deambular al margen de una sociedad de "juntadores de arroz" (quienes guarden rencor contra los militares) de los dos hermanos, es muy similar a la búsqueda de una nueva causa de los "ronin" , los samurais del destino incierto.
Al comienzo, los que limpian el anden en el cual yace el cuerpo sin vida de Seita, dicen en voz alta que hay que limpiar "la escoria" porque llegan los americanos.
En una escena  Seita observa el cielo y orgulloso denomina al avión solitario como un "kamikaze". En otra, ante los bombardeos aliados asegura : "Papá nos vengará". Cuando se entera de la rendición incondicional grita: "Japón está perdida? El Gran Imperio Japonés?". Su hermana renace de las cenizas y al final, ambos fantasmas de la guerra observan sentados el resurgimiento del Japón en una metropoli.
Una hermosa obra antibelicista? o la promesa del surgimiento de un Nuevo Imperio?...

Guillermo Compte Cathcart



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