Tal es el título de un excelente libro
publicado por la
Amsterdam University Press (2000) y editado por Joepp
Leerssen, Profesor de Literaturas Europeas Modernas en la Universidad de
Amsterdam, autor de los libros: “Recuerdo e imaginación” (1996) y “Pensamiento
Nacional en Europa” (1999), entre otros; y Ann Rigney, Profesora de Literatura
Comparada en la
Universidad Libre de Amsterdam y autora de “La Retórica de la Representación Histórica ”
(1990) e “Historias Imperfectas”.
La ilustración de la tapa es un detalle de “La Rueda de la Fortuna ” (1882), de Walter
Crane y el diseño pertenece a Jaak Crasborn bno, Valkenburg a/d Geul.
Ann Rigney en su “Introducción: Valores,
Responsabilidades, Historia” nos dice que el libro se basa en la conferencia
“Valores Sociales y las Responsabilidades del Historiador” convocada por el
Instituto Huizinga y el Colegio de Graduados en Historia Cultural en Amsterdam
(1997).
Los participantes – Rigney (p. 10) – son
historiadores de diferentes nacionalidades y tradiciones académicas y distintas
generaciones. Abocados a re-examinar la relación entre la investigación
histórica y el marco social a la luz de las publicaciones contemporáneas.
La conferencia tuvo que enfrentarse con
preguntas como: De qué modo las metas de la historiografía profesional son
compatibles con el compromiso social y la identificación con la memoria
popular? Tienen los historiadores una responsabilidad particular? La
historiografía ejerce mayor poder permaneciendo en la Torre de Marfil de la Academia o ganando las
calles?
Debe ser el historiador en sus libros “un
extranjero y un hombre sin país”? Ser un extranjero, es deseable o practicable?
Para responder estas preguntas el libro
contiene trece ensayos:
“Distancia y Perspectiva: Reflexiones sobre
dos Metáforas” de Carlo Guinzburg. La primer frase es: “ Los lectores
probablemente recordarán la broma perpetrada por Alan Sokal, un físico teórico
de la Universidad
de Nueva York”. Creo que citar la primer frase de un texto es la mejor manera
de presentarlo. Ella es el resultado de lo que llamo “el desafío de la página
en blanco”, el abismo que todo escritor debe salvar para expresar lo suyo. Si
no es lo sufientemente atractiva, el lector dará un paso atrás y no entrará al
universo que el contenido propone. Invito a leerlas como si fuera la única
frase escrita, para analizar e imaginar los caminos literarios que “abre” o
“cierra”.
“Haga lo suyo” de Peter Gay. La primera frase
es: “Yo puedo sintetizar mi opinión sobre la responsabilidad pública del
historiador en tres palabras: Contar la Verdad ”.
“Compromiso Moral y Erudición Separada. La Función Social del
Historiador” de Wolfgang J. Mommsen. Su primer frase es: “La tarea específica
del historiador en la moderna y altamente diferenciada sociedad actual, es
funcionar como el recolector de las memorias colectivas y las tradiciones y al
mismo tiempo, someterlas al análisis crítico y constatar su veracidad y su
eficiencia a la luz de la evidencia actual”.
“La Objetividad Histórica
como consecuencia de los Valores Sociales” de Jörn Rüsen. Su primer frase es:
“El compromiso con los valores sociales y el reclamo por la objetividad parecen
ser contradictorios”.
“El arte del historiador, historicidad y
ética” de François Bédarida. La primer frase es: “Los historiadores en la
actualidad son permanentemente asaltados por la exigencia de pronunciamientos y
compromisos sociales, cívicos y morales”.
“Responsabilidad: Dos aplausos por el
Liberalismo” de Ed Jonker. La primer frase es: ¿Es el problema de la
responsabilidad es verdaderamente ‘histórico’ en el sentido de pertenecer al
dominio de la historia profesional?
“Entre la historia social y los estudios
culturales: Interdisciplinariedad y la práctica del historiador al final del
siglo XX”. La primer frase: “Deseo
comenzar con una cita de Patricia Williams, la feminista investigadora legal,
quien también es una gran teórica de la raza en los Estados Unidos, que escribe
dentro de la comunidad Afro-americana al final del siglo XX”.
“¿Monje o cortesano? Valores sociales y el
futuro de las humanidades” de Arthur Mitsman. La primer frase es: “En las
universidades, hay monjes y hay cortesanos”.
“Historia ‘italiana’ y herencia francesa:
Criticismo cultural, positivismo y compromiso político en Taine” de Jo
Tollebeek. La primer frase es: “Al final
del siglo diecinueve, el compromiso en los escritos históricos aparece por
primera vez como un problema”.
“En defensa de la obligación: Los usos
sociales de la historia en un tiempo de la abdicación intelectual” de Michael
Adas. La primera frase es: “Más allá de los problemas muy personales de
responsabilidad social, la guerra en Vietnam y los levantamientos domésticos de
los 1960s producen preguntas respecto al compromiso y a los usos potenciales de
la historia como parte de la política nacional y cómo fue difícil de evitarla
por parte de los intelectuales y académicos en general y por los historiadores
y por quienes aspiraban a serlo”.
“Las Mujeres y los Silencios de la Historia ” de Michelle
Perrot. La primer frase es: “Por siglos las mujeres estuvieron fuera de la
historia”.
“Hacia una nueva historia nacional” de Niek
van Sas. La primera frase es: “En Marzo de 1968, el historiador inglés J.H.
Plumb brindó una serie de conferencias en el City College, de New York, las que
publicó un año después como ‘La Muerte del Pasado’”.
“Eventos traumáticos y Conciencia Histórica:
Quién está a cargo?” de Lucette Valensi. La primera frase es: “En ‘Qué es una
Nación’, una clase dictada en la
Sorbona en 1882, Ernest Renan escribió esto:...”.
Las palabras finales del libro están a cargo
de Richard Rorty y su primera frase es: “Recientemente leí el manuscrito de un
libro de David Harlan llamado ‘La Degradación de la Historia Americana ”.
Los ensayos presentados en este muy interesante
libro señalan la necesidad de futuros análisis para entender las condiciones
históricas en las cuales los historiadores trabajan y la manera en la cual sus
trabajos llegan a los formadores de opinión o al público en general, y la
manera en la cual ellos se relacionan con otras formas culturales.
Ojalá nuestros lectores – muchos de ellos
interesados en proteger la memoria local – puedan sacar provecho de estos
trabajos.
Guillermo
Compte Cathcart
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