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lunes, 15 de junio de 2015

Los historiadores y los valores sociales

Tal es el título de un excelente libro publicado por la Amsterdam University Press (2000) y editado por Joepp Leerssen, Profesor de Literaturas Europeas Modernas en la Universidad de Amsterdam, autor de los libros: “Recuerdo e imaginación” (1996) y “Pensamiento Nacional en Europa” (1999), entre otros; y Ann Rigney, Profesora de Literatura Comparada en la Universidad Libre de Amsterdam y autora de “La Retórica de la Representación Histórica” (1990) e “Historias Imperfectas”.
La ilustración de la tapa es un detalle de “La Rueda de la Fortuna” (1882), de Walter Crane y el diseño pertenece a Jaak Crasborn bno, Valkenburg a/d Geul.
Ann Rigney en su “Introducción: Valores, Responsabilidades, Historia” nos dice que el libro se basa en la conferencia “Valores Sociales y las Responsabilidades del Historiador” convocada por el Instituto Huizinga y el Colegio de Graduados en Historia Cultural en Amsterdam (1997).

Los participantes – Rigney (p. 10) – son historiadores de diferentes nacionalidades y tradiciones académicas y distintas generaciones. Abocados a re-examinar la relación entre la investigación histórica y el marco social a la luz de las publicaciones contemporáneas.
La conferencia tuvo que enfrentarse con preguntas como: De qué modo las metas de la historiografía profesional son compatibles con el compromiso social y la identificación con la memoria popular? Tienen los historiadores una responsabilidad particular? La historiografía ejerce mayor poder permaneciendo en la Torre de Marfil de la Academia o ganando las calles?
Debe ser el historiador en sus libros “un extranjero y un hombre sin país”? Ser un extranjero, es deseable o practicable?
Para responder estas preguntas el libro contiene trece ensayos:
“Distancia y Perspectiva: Reflexiones sobre dos Metáforas” de Carlo Guinzburg. La primer frase es: “ Los lectores probablemente recordarán la broma perpetrada por Alan Sokal, un físico teórico de la Universidad de Nueva York”. Creo que citar la primer frase de un texto es la mejor manera de presentarlo. Ella es el resultado de lo que llamo “el desafío de la página en blanco”, el abismo que todo escritor debe salvar para expresar lo suyo. Si no es lo sufientemente atractiva, el lector dará un paso atrás y no entrará al universo que el contenido propone. Invito a leerlas como si fuera la única frase escrita, para analizar e imaginar los caminos literarios que “abre” o “cierra”.
“Haga lo suyo” de Peter Gay. La primera frase es: “Yo puedo sintetizar mi opinión sobre la responsabilidad pública del historiador en tres palabras: Contar la Verdad”.
“Compromiso Moral y Erudición Separada. La Función Social del Historiador” de Wolfgang J. Mommsen. Su primer frase es: “La tarea específica del historiador en la moderna y altamente diferenciada sociedad actual, es funcionar como el recolector de las memorias colectivas y las tradiciones y al mismo tiempo, someterlas al análisis crítico y constatar su veracidad y su eficiencia a la luz de la evidencia actual”.
La Objetividad Histórica como consecuencia de los Valores Sociales” de Jörn Rüsen. Su primer frase es: “El compromiso con los valores sociales y el reclamo por la objetividad parecen ser contradictorios”.
“El arte del historiador, historicidad y ética” de François Bédarida. La primer frase es: “Los historiadores en la actualidad son permanentemente asaltados por la exigencia de pronunciamientos y compromisos sociales, cívicos y morales”.
“Responsabilidad: Dos aplausos por el Liberalismo” de Ed Jonker. La primer frase es: ¿Es el problema de la responsabilidad es verdaderamente ‘histórico’ en el sentido de pertenecer al dominio de la historia profesional?
“Entre la historia social y los estudios culturales: Interdisciplinariedad y la práctica del historiador al final del siglo XX”.  La primer frase: “Deseo comenzar con una cita de Patricia Williams, la feminista investigadora legal, quien también es una gran teórica de la raza en los Estados Unidos, que escribe dentro de la comunidad Afro-americana al final del siglo XX”.
“¿Monje o cortesano? Valores sociales y el futuro de las humanidades” de Arthur Mitsman. La primer frase es: “En las universidades, hay monjes y hay cortesanos”.
“Historia ‘italiana’ y herencia francesa: Criticismo cultural, positivismo y compromiso político en Taine” de Jo Tollebeek.  La primer frase es: “Al final del siglo diecinueve, el compromiso en los escritos históricos aparece por primera vez como un problema”.
“En defensa de la obligación: Los usos sociales de la historia en un tiempo de la abdicación intelectual” de Michael Adas. La primera frase es: “Más allá de los problemas muy personales de responsabilidad social, la guerra en Vietnam y los levantamientos domésticos de los 1960s producen preguntas respecto al compromiso y a los usos potenciales de la historia como parte de la política nacional y cómo fue difícil de evitarla por parte de los intelectuales y académicos en general y por los historiadores y por quienes aspiraban a serlo”.
“Las Mujeres y los Silencios de la Historia” de Michelle Perrot. La primer frase es: “Por siglos las mujeres estuvieron fuera de la historia”.
“Hacia una nueva historia nacional” de Niek van Sas. La primera frase es: “En Marzo de 1968, el historiador inglés J.H. Plumb brindó una serie de conferencias en el City College, de New York, las que publicó un año después como  ‘La Muerte del Pasado’”.
“Eventos traumáticos y Conciencia Histórica: Quién está a cargo?” de Lucette Valensi. La primera frase es: “En ‘Qué es una Nación’, una clase dictada en la Sorbona en 1882, Ernest Renan escribió esto:...”.
Las palabras finales del libro están a cargo de Richard Rorty y su primera frase es: “Recientemente leí el manuscrito de un libro de David Harlan llamado ‘La Degradación de la Historia Americana”.
Los ensayos presentados en este muy interesante libro señalan la necesidad de futuros análisis para entender las condiciones históricas en las cuales los historiadores trabajan y la manera en la cual sus trabajos llegan a los formadores de opinión o al público en general, y la manera en la cual ellos se relacionan con otras formas culturales.
Ojalá nuestros lectores – muchos de ellos interesados en proteger la memoria local – puedan sacar provecho de estos trabajos.

Guillermo Compte Cathcart









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