Vivimos en una región mutante: lo urbano y lo rural se
integran, se rechazan y se someten a la mediación artificial de organizaciones
no gubernamentales y de los gobiernos, municipal, provincial o nacional. Las
esquinas de nuestros barrios son un excelente testimonio del estado actual del
escenario del conflicto entre la invasión urbana y la resistencia desesperada
de lo rural. Si bien hay zonas que aparentemente han alcanzado un equilibrio
que parece ser definitivo, debemos recordar – dado que estamos sumergidos en
una verdadera guerra cultural – que habitantes de los otros espacios recorren
cotidianamente esos lugares que parecen ser seguros.
Para interpretar correctamente las señales de nuestra
esquina, esa que elegimos todos los días para ir y venir al mundo exterior,
acudimos hoy a las letras de tangos, el sitio por antonomasia de lo urbano para
millones de porteños emigrados que hoy poblamos el monstruoso Gran Buenos
Aires. Ellas nos dirán qué eran las esquinas para nuestros ancestros y , tal
vez, nos enseñen qué debería ser para nosotros esa encrucijada donde comienza a
edificarse la identidad barrial.
Por un problema de espacio no puedo citar el nombre del tango
y su autor. Los interesados en
conocerlos pueden solicitarlos a radiogutenberg@yahoo.com
1 – “ Pobre taita, muchas noches,/ bien dopado de morfina,/
atorraba en una esquina/ campaniao por un botón/ y el que antes daba envidia/
ahora daba compasión”. En 1922, la esquina era un lugar amigable y seguro.
2 – “/ y en un bulín que está al doblar la esquina/”. En
1925, la esquina era la primer referencia para establecer la cercanía o la
lejanía, lo propio o lo extraño.
3 – “/ te espero en la esquina/”. En 1926, la esquina era un
lugar de encuentro.
4 – “ Cuántas veces tu viejita,/ al caer la tardecita,/ creyó
ver, temblando de emoción,/ que daba vuelta la esquina,/ la mimosa chiquilina,/
que regresaba a pedir perdón…” En 1927, la esquina era un lugar de reencuentro,
el mojón número cero al volver de una larga jornada en el Universo Ajeno.
5 – “/ volverás por nuestra esquina/ a mangar para el
bullón/” En 1928, la esquina era el último refugio para los desamparados.
6 – “/(Camino al tiempo olvidado)/ ¡Vamos!...(Por viejas
rutinas)/ Tal vez, de una esquina,/ nos llame René…/” En 1934, la esquina era
la dimensión de la memoria, el ángulo entre la ciudad fantasma y la ciudad
real.
7 – “/ vuelco la esquina final/” En 1934, la vida era una
sucesión de esquinas.
8 – “Junto a una reja de Cinco Esquinas/” En 1937, varias
esquinas eran una referencia mítica.
9 – “Un coro de silbidos, allá en la esquina,/” En 1942, la
esquina era el lugar de lo comunitario.
10 – “Rondando siempre tu esquina/” En 1945, la esquina era
el lugar de la búsqueda, del amor.
11 – “Una esquina de ayer/” En 1959, la esquina era un
archivo histórico, una fuente para la memoria, la historia local y la historia
oral.
12 – “/ sé que en nuestra esquina vos ya estás/” En 1968, la
esquina forma parte de nosotros y nosotros de ella. Es nuestra propiedad
existencial, el despliegue de nuestro ser.
13 – “/ por eso vuelvo hasta la esquina del boliche/” En
1974, la esquina se encuentra con las organizaciones públicas o privadas.
Las letras del tango señalan inequívocamente el valor de la
esquina en nuestra existencia. En estos pagos, las esquinas no son un espacio
uniforme. Si nos paramos en la que preferimos para salir de nuestra casa,
podemos analizar en detalle cada uno de los cuatro ángulos que la conforman.
Veremos en uno la ausencia de veredas, el reino del pastizal y la basura. En el
segundo, el caminito de tierra que cuando llueva será una pequeña laguna. En el
tercero, los ladrillos desparejos de un antiguo esfuerzo. En el cuarto, un
contrapiso que todos elijen para ir y venir a formas más evolucionadas de
urbanización.
Debemos recordar que de nosotros depende construír la Nueva
Polis, superadora de la mega ciudad deshumanizada e indiferente y de la
barbarie asesina. Y como enseña el Martín Fierro: “Mas Dios ha de querer/ que
todo llegue a mejorar/ pero se debe recordar/ para hacer bien el trabajo/ que
el fuego p´calentar/ debe ir siempre por abajo”.
Y el por abajo, es por la
esquina.
Guillermo Compte
Cathcart
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