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miércoles, 10 de junio de 2015

La Organización del Conocimiento en la Gran Bretaña Victoriana

Reina Victoria

Introducción

por Martín Daunton

(Profesor de Historia Económica en la Universidad de Cambridge, Maestro en Trinity Hall y Presidente de la Sociedad Histórica Real. Sus publicaciones más recientes son: Confiando en el Leviatán: La Política de Impuestos en Gran Bretaña, 1799-1914 (2001) y Sólo Impuestos: La Política de Taxación en Gran Bretaña, 1914-1979 (2002) )

“Yo soy el amo de esta universidad  / y lo que yo no sé no es conocimiento”. La burla contra Benjamín Jowett, el Maestro del Balliol College, expresa una simple y altamente personalizada definición de conocimiento y de lo que - según él - debe ser conocido. En realidad, el término “conocimiento” tiene una multiplicidad de significados con confusas relaciones. De hecho, nosotros realmente debemos usar el plural "conocimientos"   y seguir la definición de Michael Bentley:  'los paradigmas de lo que era y lo que no era conocimiento valioso'  (Para una apreciación global interesante del período moderno temprano   que establece una agenda para el siglo dieciocho,   ver P. Burke, A Social History of Knowledge from Gutenberg to Diderot - Cambridge, 2000 -    Él considera cómo el conocimiento fue profesado,   establecido, localizado, controlado, vendido,   adquirido y protegido o desprotegido.  Yo agradezco a Peter Burke sus comentarios a la conferencia en Cambridge en 2002, los que han ayudado a formar mi pensamiento). Estos paradigmas se disputaron en cualquier momento y cambiaron en el período victoriano, con cambios que dependían de quién hacía la definicón, por qué medios, y con qué criterio. La afirmación del conocimiento que se tiene es una declaración de autoridad, una manera de tratar la pregunta: “Qué conoce Ud. y cómo lo conoce?”. Ella también envuelve las cuestiones: “Porqué quiere Ud. conocerlo? y, qué desea Ud. hacer con él?”. El conocimiento puede ser instrumental,  una credencial diseñada para afianzar una posición,  tanto un clérigo anglicano con una comprensión básica de los clásicos  o como un alto funcionario capaz de pasar los exámenes competitivos para la entrada  que eficazmente excluye a cualquiera sin una forma  muy específica de educación. Igualmente, el conocimiento podría ser un medio de entender la voluntad de Dios; de afianzar una ventaja comercial; o imponer el poder imperial.

El conocimiento puede ser arcano y esotérico:   la habilidad de comprender las mecánicas cuánticas,  los puntos más finos del razonamiento legal,  los métodos abstrusos de la macroeconomía,   o, para esa materia,  las finuras de la precedencia social y los rituales del ceremonial. Tal conocimiento esotérico está cerrado para los no iniciados por sus complejidades técnicas,  la aptitud necesaria para el estudio largo pero también por los límites sociales establecidos por las comunidades del conocimiento. Jowett, como el Maestro de Balliol, tenía el estado de su grado  y posición para establecer su autoridad   como un hombre de enseñanza y conocimiento. Pero era un tipo particular de autoridad,   autenticado de una manera muy específica: su conocimiento descansó en un corpus estrecho de textos clásicos,   estudiados en una manera distintiva que fue cuestionada en la última parte del siglo diecinueve  por un nuevo tipo de acercamiento a la antigüedad. (F. M. Turner, Contesting Cultural Authority: Essays in Victorian Intellectual Life - Cambridge, 1993, ch. 12 sobre el Platonismo de Jowett y su capítulo en ese volumen). Su reputación no descansó en lo que llegaría a ser llamada  'investigación', una práctica social extraña a muchos compañeros de las universidades de Oxbridge en el período Victoriano, y que llegó a ser autenticada  por nuevas formas de autoridad  con el surgimiento de las tesis doctorales  
y el arbitraje de los jornales profesionales.
La relación entre el conocimiento esotérico y su popularización también es un tema mayor en la historia social e intelectual del siglo diecinueve. Pocas personas tienen el tiempo o la habilidad de entender biología evolutiva o la teoría de las olas,  pero las asunciones y el lenguaje de estas disciplinas esotéricas pueden moverse desde una comunidad de conocimiento particular  hasta penetrar en el discurso más amplio de la sociedad. El lenguaje científico se usó en la literatura imaginativa, de la ciencia ficción de las novelas populares al uso más arcano de las nuevas teorías de luz por Gerard Manley Hopkins. El proceso no tenía solamente una dirección: los científicos acudieron al mito y a la poesía buscando las metáforas y los símbolos para expresar los resultados y teorías de difícil comprensión. (Sobre el impacto de la Teoría de las Olas y la Evolución, ver G. Beer, Open Fields: Science in Cultural Encounter – Oxford, 1996, ch. 11 y Darwin’s Plots Evolution Narrative in Darwin, George Eliot and Nineteenth-Century Fiction – Cambridge, 2nd edn., 2000. Sobre el uso de Lucrecio en el discurso científico, ver Turner, Contesting Cultural Authority, ch.10).
Los mecanismos de difusión y comprensión son de considerable interés, y la relación entre el conocimiento esotérico y popular se expresó en una variedad de maneras. Los naturalistas aficionados podían encontrarse en su taberna local y haces viajes de campo; o los aspirantes a artesanos podían asistir a las clases en los institutos mecánicos. (A. Secord,  “Science in the pub: amateur botanist in early nineteenth-century Lancashire”, History of Science , 32 – 1994 -; sobre historia natural popular, ver D. E. Allen, The Naturalist in Britain: A Social History (London, 1976). Sobre la continua interacción entre biólogos profesionales y los clubes de campo locales, ver. S. J. M. M. Alberti, “Amateurs y Profesionales en un condado: biología e historia natural en el tardío Yorkshire Victoriano”, Journal of the History of the Biology, 34 – 2001- . Ver también H. Gay “East End, West End: science education, cultura and class in mid-Victorian London”, Canadian Journal of History, 32- 1997- sobre los intereses comerciales del East End y la elite del West End y la creación de un nuevo híbrido cultural. Sobre los institutos mecánicos, ver M. Tylecote, The Mechanics Institutes of Lancashire and Yorkshire before 1851 (Manchester, 1957);  J. F. C. Harrison Learning and Living 1790-1960: A Study in the History of the English Adult Education Movement (London, 1961); I. Inkster, “The social context of an educational movement: a revisionist approach to the English mechanic’s institutes, 1820-50”, Oxford Review of Education, 2 – 1976 – 277-307).
Las conferencias se hicieron en series regulares para hacer una audiencia en la Institución Real con figuras prestigiosas como Miguel Faraday,  en las reuniones circulantes anuales de la Asociación británica para el Avance de Ciencia desde 1831,  o en una de las actuaciones externas en los salones provinciales de lecturas.


Guillermo Compte Cathcart

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