Hace varias décadas, a la una de la tarde - las 13 hs, 1
post meridiem - en un cine de Lavalle – cuando todavía era “la calle de los
cines” – de la ciudad de Buenos Aires, pude ver a la que se convertiría a
través de las generaciones, en una película de culto: “Lo Bueno, lo Malo y lo
Feo”, dirigida por Sergio Leone y actuada por Clint Eastwood, Eli Walach y Lee
Van Cleef.
Hace poco, cuando hacía fuerza por “El Regreso del Rey” – la tercera parte de
“El Señor de los Anillos” - en su enfrentamiento con “Río Místico”, por el
Oscar a la Mejor Película, no pude menos de recordar que , gracias a aquella
entrada que pagué para ver a Clint Eastwood representando al pistolero de
ponchos grandilocuentes, modestamente, había colaborado en la génesis y
evolución del extraordinario director en el cual se ha transformado el alcalde
de Malpaso, es decir, mi adversario directo en esa entrega de los premios de la
Academia norteamericana, tan distante y distinta de aquella que Platón creó en
el Imperio del Mar Egeo y del Mar Muerto, mare nostrum original, que - en
muchos aspectos - constituyen la cuna del imperialismo occidental.
Desde hace varios días estoy leyendo dos libros imperdibles
de la Cambridge University Press: The Global Cold War. Third World
Interventions and the Making of Our Times, de Odd Arne Westad – Director del
Centro de Estudios de la Guerra Fría en la Escuela de Economía y Ciencia
Política de Londres, en la cual él enseña Historia de la Guerra Fría y la
Historia de Asia Oriental – ISBN 978-0-521-85364-4 hardback, ISBN
978-0-521-70314-7 paperback, 2007; y Territoriality and Conflict in an Era of
Globalization, de Miles Kahler – Profesor de Relaciones Internacionales del
Pacífico en la Universidad de California – y Barbara F. Walter – Profesora de
Ciencia Política en la misma universidad – ISBN 13 978-0521-85833-5 y 10
0-521-85833-X hardback; ISBN 13 978-0-521-67503-1 y 10 0-521-67503-0 paperback,
2006.
Y de esa lectura no había podido, aún, encontrar un título
para mi reseña. Pero, como dice el refrán, no hay mal que dure cien años.
Hace instantes recibí el periódico La Nación , uno de los
más antiguos de mi país y leo en la página 33, una nota que viene de la
primera, de la portada: “Cristina Kirchner: “La Argentina debe volver al
mundo”, firmada por Joaquín Morales Solá, en la que se reproduce en itálica lo
que supongo deber ser una afirmación de la actual candidata a Presidente de la
Nación: “Es un muro simbólico entre los Estados Unidos y América Latina –
refiriéndose al muro levantado por los Estados Unidos de Norteamérica en la
frontera con México -, y eso no está bien en un mundo globalizado”.
De inmediato surgió la similitud entre aquél afiche con el
cual se promocionaba la película de Leone y las tapas de ambos libros. En
Territoriality and Conflict...dos soldados indios patrullan los alambrados
fronterizos que separan la India de Pakistán. En The Global Cold
War...guerrilleros islámicos festejan la caída de un helicóptero soviético. En
las declaraciones de la actual senadora argentina está implícito el rechazo del
oprobioso Muro de Berlín cuya reencarnación en el actual intento por impedir la
llegada de inmigrantes mexicanos al país que preside Bus resulta harto
evidente.
Por supuesto, para muchos habitantes de nuestro mundo
global, el Otro, “ese distinto a nosotros”, o es malo, o es feo. Resulta
evidente que para muchos norteamericanos, tanto los mexicanos como los
hispanoamericanos , en general, o somos malos, o somos feos.
Cuando digo “norteamericanos” me refiero exclusivamente a
los vecinos que habitan los Estados Unidos de Norteamérica.
En la página 13 del serio trabajo de Odd Arne Westad,
apreciamos un mapa que grafica la continua expansión territorial continental de
los Estados Unidos hasta 1914: Las fechas se suceden y la metodología utilizada
es la violencia o la compra. La conquista del espacio anterior fue el jardín de
infantes en el cual se forjó la “vocación imperial” de los aún adolescentes
norteamericanos. “Adolescentes” en el sentido de la duración de su imperio, que
aún no llega al estado de adulto y mucho menos a la vejez, como suelen asegurar
muchos intelectuales que confunden “gordura” con “hinchazón”.
En la página 21 encontramos una frase que sintetiza la real
fuerza de esta Pax Americana que llegó para quedarse durante varios siglos:
“Cuando Thomas Jefferson intervino contra los piratas de las costas del norte
de África – en la imagen norteamericana los precursores de los terroristas del
siglo veintiuno – los objetivos eran asegurar el comercio norteamericano e
imponer los standars de conducta americanos”.
Imperdibles son los párrafos que encontramos entre las
páginas 74 y 97 bajo los subtítulos: “Colonialismo y sus efectos” y “Creando
nuevos estados”.
Este libro nos muestra despiadadamente como la llamada
Guerra Fría engendró la actual y temible Guerra del Terror que ha transformado
el concepto de seguridad individual y pública a lo largo y a lo ancho del
mundo.
El uso de los aviones durante el 11 de Septiembre es mucho
más que una operación terrorista: Es la instalación en la conciencia mundial de
una amenaza apocalíptica que nos asegura que los miles de vuelos que tanto
contribuyen diariamente en la consolidación y el crecimiento de la
globalización pueden ser, en cualquier momento, el final de nuestras vidas y la
de nuestros amigos.
Es la necesidad hecha carne de instalar la sospecha como
modo permanente de relacionarnos con el Otro.
En el último capítulo del excelente The Global Cold War,
“Conclusión: Revolutions, interventions, and great power collapse”, encontramos
una frase inquietante y perturbadora: “A largo plazo será imposible para la
cada vez menos numerosa minoría privilegiada el imponer su voluntad económica,
política y militar a lo largo y a lo ancho del mundo”.
¿Peca Odd Arne Westad de un optimismo exagerado?
Cada lector debe dar su propia respuesta y esta simple
conclusión es la mejor carta de presentación de esta nueva excelencia de la
Cambridge University Press cuya dedicatoria nos recuerda a Ruth First, un
comunista sudafricano asesinado por agentes del régimen del apartheid en Maputo
en 1982 y a Sayed Ali Majrooh, un musulmán afgano y demócrata que fue asesinado
por extremistas islámicos en Peshawar en 1988.
En Territoriality and Conflict in an Era of Globalization,
Miles Kahler comienza su colaboración con la frase: “El mundo de comienzos del
siglo veintiuno despliega una persistenta atadura al territorio y violentos
conflictos por esos límites territoriales”.
Barbara F. Walter termina su colaboración, la conclusión,
con esta frase: “Pero hasta que nosotros podamos incluir la información sobre
los aspectos más intangibles del territorio, los gobernantes enfocándose
desproporcionadamente sobre el lado material del conflicto territorial en
detrimento de soluciones más apropiadas y duraderas”.
Entre ambas frases encontramos una serie de ensayos muy
valiosos para plantear el problema territorial con su bizarra y dramática
realidad.
“Bounded
communities: territoriality, territorial attachment, and conflict”, “On given
ground: globalization, religion, and territorial detachment in a Papua New
Guinea Society”, “The resilience of territorial conflict in an era of
globalization”, “Diasporas and homeland conflict”, “Territory and war: state
size and patterns of interstate conlict”, “Globalization, economic development,
and territorial conflict”, son algunos de ellos.
Este libro nos inquieta pues una segura afirmación podemos
hacer luego de haberlo leído: El territorio ha sufrido algunos cambios como
consecuencia de la globalización y preferentemente, en la función de los
bordes, de las fronteras, pero no han desaparecido. Siguen existiendo y ahora
emergen como todos los mutantes lo hacen en el fragoroso campo de la evolución:
más fuertes y menos controlables que
antes.
¿Esas fronteras que tanto han separado a la humanidad – más
allá de su noble función de contener la identidad cultural de los pueblos y su
seguridad jurídica – seguirán siendo pretexto para nuevas matanzas?
El gobernante que quiera asegurar la paz universal debería
leer este magnífico producto de la Cambridge University Press.
Guillermo Compte Cathcart
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