Vacía
la
mano que supo ser metáfora de la lluvia
arrugando
un papel y arrojando arroz en el suelo
atrapa
un recuerdo
pero
el instante
soldado
implacable, guerrero feroz, devorador de almas
mastín
del Imperio del Tiempo
lo desvanece, lo deshilacha, lo borra, lo hace
brisa de primavera
y
sólo queda una garra ridícula
una
mueca grotesca de dedos muertos
momias
de caricias lejanas
incapaz
de comprender, ver, escuchar, oler, tocar
ese
presente que espera
parado,
mudo, herido de calle y noche fría
en
el cuerpo del niño prisionero de senderos implacables
un
gesto de alimento abuelo
del
viejo clavado
estéril,
seco, pergamino ilegible de signos olvidados
en
la plaza sin sonidos, sin colores
cadáver
en su banco mal pintado
Guillermo Compte Cathcart
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