En los últimos años, especialistas en varios campos,
han considerado varios aspectos de la geografía cultural del colonialismo.
En uno de esos nuevos enfoques, las exposiciones
internacionales son consideradas como representaciones trasplantadas de Asia,
Africa o América, para la exhibición ostentosa ante los europeos o los
estadounidenses norteamericanos.
Yael Simpson Fletcher en el ensayo: “ ‘Capital of the
Colonies’: real and imagined boundaries between metropole and empire in 1920s
Marseilles” (Capital de las Colonias: límites reales o imaginados entre Metrópoli
e Imperio en la Marsella de los veinte), nos muestra los entretelones de los
nuevos estudios post-coloniales y de la historia social urbana, investigando
cuestiones relacionadas con el armado y puesta en funcionamiento de la
Exposición Colonial realizada en 1922, en Marsella, una ciudad íntimamente
ligada con el Imperio Francés.
Simpson Fletcher propone esta visita secreta - antes
que la simple imaginación de una exposición o el movimiento de gente a través
de los espacios imperiales - porque expondrá la fragilidad de la división que
el Imperio hace entre la Metrópoli y sus colonias.
Yael Simpson Fletcher es Profesor Asistente de
Historia en la Universidad del Sur y sus trabajos exploran los temas de
inmigración, raza e identidad nacional en Francia y Argelia durante el siglo
XX.
Ella está escribiendo un libro: “Contesting
Frenchness: City, Nation and Empire in Marseilles, 1919-1939” y ha contribuído
con capítulos en los libros: “Domesticating the Empire: Race, Gender, and
Family Life in French and Dutch Colonialism, 1830-1962” y “Génder, Sexuality
and Colonial Modernities”.
Este ensayo es sólo un capítulo del excelente libro :
“Imperial cities. Landscape, Display and Identity” editado por
Felix Driver y David Gilbert, ISBN 0 7190 6497 X, Manchester University Press,
1999,
Leyendo el capítulo: ‘The Second City of the Empire’:
Glasgow – imperial municipality, de John M Mackenzie – Profesor Emérito de
Historia Imperial en la Lancaster University , Profesor Honorario en el
Instituto de Investigación de Estudios Irlandeses y Escoceses en la Aberdeen
University y Editor General de la serie Studies in Imperialism de la Manchester
University Press, autor de los libros “Propaganda and Empire”, “The Empire of
Nature” y (como editor) “Imperialism and Popular Culture” e “Imperialism and
the Natural World”, entre otros – nos dice que Glasgow , alrededor de 1860, era
la ciudad que tenía los mayores problemas de salud y los mayores problemas
sociales en todo el Reino Unido, debido a la estructura de sus edificios y
viviendas (“built environment”, p. 218) y que los problemas de vivienda
indujeron a William Bolitho a publicar en 1924 un panfleto con un título que es
la contracara del conocido slogan que decía que Glasgow era la segunda ciudad
del Imperio: “The Cancer of Empire” (p. 218).
Mackenzie nos relata cómo los socialistas trataron –
Imperio por fuera, socialismo por dentro - de solucionar esos y otros problemas
“internos” y como se guarda un prudente silencio en las publicaciones de la
época sobre el aberrantegenocidio de la esclavitud.
A lo largo de 283 páginas, “Imperial Cities”, nos
ofrece un total de 14 artículos imperdibles y de lectura obligatoria para todos
los dominados que nos cuestionamos el carácter de tales.
Hace años, pudimos apreciar las dotes artísticas del
gran actor Peter Sellers en un film inolvidable: “Being There” que entre
nosotros mereció el título: “Desde el Jardín”, basado en la novela de un
escritor polaco.
Un simple jardinero – un pequeño Dios Imperial que
determina qué, cuándo y cómo debe ser transplantado, regado, podado o eliminado
– llega al Poder gracias al manejo de los códigos televisivos.
Extraña similitud con los enamorados de las encuestas,
los candidatos prefabricados en un salón de maquillaje y los cruzados del
sospechado voto electrónico.
Los que somos descendientes de británicos – de todas
las tribus que alguna vez saludaron orgullosas a la Union Jack, por encima de
sus odios ancestrales – conocemos el profundo imperialismo que anima a
cualquier modesto jardinero que planta un hermoso jazmín de la India en el
centro de su jardín dibujado de laberintos sin fin, aunque las dimensiones de
su “espacio imperial” sea un modesto rectángulo de poco menos de 100 metros
cuadrados.
En “Imperial Cities” de la Manchester University
Press, Rebecca Preston – investigadora y escritora sobre la historia de la
jardinería – nos ofrece un capítulo inolvidable: “ ‘The scenery of the torrid
zone’: imagined travels and the cultura of exotics in nineteenth-century
British gardens”.
Ella comienza su ensayo con esta frase inquietante:
“La teoría y la práctica de la jardinería a través del
siglo XIX no fue marcada sólo por el extraordinario cambio de paso o su crecimiento
y su difusión sino por la férrea tenacidad de la idea que la introducción de
plantas extranjeras en suelo Británico, o más precisamente, suelo Británico
“doméstico”, era la última expresión horticultural del emprendimiento patriótico”.
Preston , recuerda más adelante que lo que Lucille
Brockway llamó “botanical imperialism” (imperialismo botánico) no era un
fenómeno nuevo porque la horticultura se benefició con las introducciones
extranjeras desde la Edad Media” ( ver L. Brockway, “Science and Colonial
Expansion: The Role of the British Royal Botanic Gardens, New York, Academic
Press, 1979, p. 168).
Perturbadoramente – para quienes nos resistimos a
tolerar la existencia del Mal y los Malvados – leemos las palabras finales que
este verdadero compendio del Imperialismo – vivito y coleando - en las dulces
manos de un simple viejito o viejita, podando sus arbustos en el jardín, bajo
su sombrero de paja iluminado por el sol moribundo de un bello atardecer en
cualquiera de los múltiples barrios de Temperley, Banfield, Adrogué, Turdera,
Lomas de Zamora, Longchamps o Glew: “…como anotó Robert Louis Stevenson (Essays
of Travel, London, Chatto & Windus 1918), p. 187) ‘dentro del jardín
podemos construír un país personal, para nosotros mismos’”.
Como vemos, no sólo debemos acordarnos de la Isla del
Tesoro, también debemos recordar al Jardín del Pirata, si queremos escribir una
“New Imperial History”, desde el punto de vista de los sometidos.
Guillermo
Compte Cathcart
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