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sábado, 20 de mayo de 2017

Imperialismo Botánico: El mundo como jardín doméstico

En los últimos años, especialistas en varios campos, han considerado varios aspectos de la geografía cultural del colonialismo.
En uno de esos nuevos enfoques, las exposiciones internacionales son consideradas como representaciones trasplantadas de Asia, Africa o América, para la exhibición ostentosa ante los europeos o los estadounidenses norteamericanos.
Yael Simpson Fletcher en el ensayo: “ ‘Capital of the Colonies’: real and imagined boundaries between metropole and empire in 1920s Marseilles” (Capital de las Colonias: límites reales o imaginados entre Metrópoli e Imperio en la Marsella de los veinte), nos muestra los entretelones de los nuevos estudios post-coloniales y de la historia social urbana, investigando cuestiones relacionadas con el armado y puesta en funcionamiento de la Exposición Colonial realizada en 1922, en Marsella, una ciudad íntimamente ligada con el Imperio Francés.

Simpson Fletcher propone esta visita secreta - antes que la simple imaginación de una exposición o el movimiento de gente a través de los espacios imperiales - porque expondrá la fragilidad de la división que el Imperio hace entre la Metrópoli y sus colonias.
Yael Simpson Fletcher es Profesor Asistente de Historia en la Universidad del Sur y sus trabajos exploran los temas de inmigración, raza e identidad nacional en Francia y Argelia durante el siglo XX.
Ella está escribiendo un libro: “Contesting Frenchness: City, Nation and Empire in Marseilles, 1919-1939” y ha contribuído con capítulos en los libros: “Domesticating the Empire: Race, Gender, and Family Life in French and Dutch Colonialism, 1830-1962” y “Génder, Sexuality and Colonial Modernities”.
Este ensayo es sólo un capítulo del excelente libro : “Imperial cities. Landscape, Display and Identity” editado por Felix Driver y David Gilbert, ISBN 0 7190 6497 X, Manchester University Press, 1999, 
Leyendo el capítulo: ‘The Second City of the Empire’: Glasgow – imperial municipality, de John M Mackenzie – Profesor Emérito de Historia Imperial en la Lancaster University , Profesor Honorario en el Instituto de Investigación de Estudios Irlandeses y Escoceses en la Aberdeen University y Editor General de la serie Studies in Imperialism de la Manchester University Press, autor de los libros “Propaganda and Empire”, “The Empire of Nature” y (como editor) “Imperialism and Popular Culture” e “Imperialism and the Natural World”, entre otros – nos dice que Glasgow , alrededor de 1860, era la ciudad que tenía los mayores problemas de salud y los mayores problemas sociales en todo el Reino Unido, debido a la estructura de sus edificios y viviendas (“built environment”, p. 218) y que los problemas de vivienda indujeron a William Bolitho a publicar en 1924 un panfleto con un título que es la contracara del conocido slogan que decía que Glasgow era la segunda ciudad del Imperio: “The Cancer of Empire” (p. 218).
Mackenzie nos relata cómo los socialistas trataron – Imperio por fuera, socialismo por dentro - de solucionar esos y otros problemas “internos” y como se guarda un prudente silencio en las publicaciones de la época sobre el aberrantegenocidio de la esclavitud.
A lo largo de 283 páginas, “Imperial Cities”, nos ofrece un total de 14 artículos imperdibles y de lectura obligatoria para todos los dominados que nos cuestionamos el carácter de tales.
Hace años, pudimos apreciar las dotes artísticas del gran actor Peter Sellers en un film inolvidable: “Being There” que entre nosotros mereció el título: “Desde el Jardín”, basado en la novela de un escritor polaco.
Un simple jardinero – un pequeño Dios Imperial que determina qué, cuándo y cómo debe ser transplantado, regado, podado o eliminado – llega al Poder gracias al manejo de los códigos televisivos.
Extraña similitud con los enamorados de las encuestas, los candidatos prefabricados en un salón de maquillaje y los cruzados del sospechado voto electrónico.
Los que somos descendientes de británicos – de todas las tribus que alguna vez saludaron orgullosas a la Union Jack, por encima de sus odios ancestrales – conocemos el profundo imperialismo que anima a cualquier modesto jardinero que planta un hermoso jazmín de la India en el centro de su jardín dibujado de laberintos sin fin, aunque las dimensiones de su “espacio imperial” sea un modesto rectángulo de poco menos de 100 metros cuadrados.
En “Imperial Cities” de la Manchester University Press, Rebecca Preston – investigadora y escritora sobre la historia de la jardinería – nos ofrece un capítulo inolvidable: “ ‘The scenery of the torrid zone’: imagined travels and the cultura of exotics in nineteenth-century British gardens”.
Ella comienza su ensayo con esta frase inquietante:
“La teoría y la práctica de la jardinería a través del siglo XIX no fue marcada sólo por el extraordinario cambio de paso o su crecimiento y su difusión sino por la férrea tenacidad de la idea que la introducción de plantas extranjeras en suelo Británico, o más precisamente, suelo Británico “doméstico”,  era la última expresión  horticultural del emprendimiento patriótico”.
Preston , recuerda más adelante que lo que Lucille Brockway llamó “botanical imperialism” (imperialismo botánico) no era un fenómeno nuevo porque la horticultura se benefició con las introducciones extranjeras desde la Edad Media” ( ver L. Brockway, “Science and Colonial Expansion: The Role of the British Royal Botanic Gardens, New York, Academic Press, 1979, p. 168).
Perturbadoramente – para quienes nos resistimos a tolerar la existencia del Mal y los Malvados – leemos las palabras finales que este verdadero compendio del Imperialismo – vivito y coleando - en las dulces manos de un simple viejito o viejita, podando sus arbustos en el jardín, bajo su sombrero de paja iluminado por el sol moribundo de un bello atardecer en cualquiera de los múltiples barrios de Temperley, Banfield, Adrogué, Turdera, Lomas de Zamora, Longchamps o Glew: “…como anotó Robert Louis Stevenson (Essays of Travel, London, Chatto & Windus 1918), p. 187) ‘dentro del jardín podemos construír un país personal, para nosotros mismos’”.
Como vemos, no sólo debemos acordarnos de la Isla del Tesoro, también debemos recordar al Jardín del Pirata, si queremos escribir una “New Imperial History”, desde el punto de vista de los sometidos.

 Guillermo Compte Cathcart                   


                                                                                                      

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