En estas líneas nos “encontraremos”
con un libro fascinante – para mí todos lo son – pero este tiene la
particularidad que lo distingue de los otros – muchísimos – que tengo el placer
de leer y “explorar” como Cazador de Cultemas e Indexnauta.
Benjamín Schmidt es Profesor
Asistente de Historia en la
Universidad de Washington y ha publicado artículos sobre los
comienzos de la historia cultural europea en Renaissance Quarterly y en William
and Mary Quarterly. En los agradecimientos del trabajo que nos ocupa, el
autor menciona a Anthony Padgen como conduciendo un seminario sobre “European
ideas of the Other” – Ideas europeas del Otro – título inquietante como
el que más, tomando en cuenta los terribles problemas que la famosa “comunidad”
debe resolver ante la constante avalancha de “las nuevas invasiones bárbaras”
que nuestros primos están padeciendo.
Estas “ideas europeas del Otro”, me
parece, deberían estar permanentemente presentes en las 450 páginas de este muy
bien presentado volumen de la Cambridge University Press.
Innocence Abroad. The Dutch Imagination
and the New World, 1570-1670 , ISBN- 13 978-0-521-02455-6, ISBN- 10
0-521-02455-2 paperback; ISBN-13 978-0521-80408-0, ISBN-10 0-521-02455-2 hardback
tiene 47 ilustraciones que exigirían un tomo completo para ser analizadas como
corresponde.
Y eso haremos en esta oportunidad,
dedicándonos a la primera de ellas, de la cual se ocupa Benjamín Schmidt en la
página 2, al comienzo del capítulo 1, The
Dutch Discovery of America.
Para comenzar por el principio,
especulativo y retrospectivo, singular e imaginativo al mismo tiempo,
articulados en la palabra y la imagen poderosa: “hay un paisaje, esencialmente
un paisaje de las Indias Occidentales, con muchas personas desnudas, un
precipicio dentado, y una construcción extraña de casas y chozas”. Así escribió
Karel van Mander, el decano del arte holandés del siglo XVI y líder de los
hombres de letras de la
República , respecto a su encuentro con la gran pintura West
Indian Landscape, la primer pintura de América realizada por un pintor
europeo. Aquellos que quieran apreciarla por sí mismos pueden hacerlo visitando la ciudad de
Haarlem, donde el panel decora la residencia del schout (sheriff),
Nicolaes Suyker, un nieto del artista
Jan Mostaert quien nos muestra una escena de bucólica tranquilidad en la
cual animales de granja, europea, pastan en colinas color bermejo.
Ese toque cromático de “tirando al
rojo” – como señala el diccionario de la Real Academia Española
respecto al término “bermejo” – se expresa claramente en otros sectores de la
obra de Jan Mostaert , la que en sus apretados 86 x 152 cm , ofrece una síntesis
acabada al espectador del dramático encuentro entre las Europas y las Américas
, según el imaginario de los conquistadores entre los años 1520-30, década en
la cual se gestó y concretó esta obra.
Ese “otro” rojo es la sangre
derramada durante la “conquista”.
Benjamín Schmidt en dos terribles
frases sintetiza el drama de ese choque cultural que aún hoy lastima nuestra
memoria e identidad como nueva formación socio-cultural:
“A host of steel-clad soldiers marches into the center of the
composition (from the right), met by an advancing parade of naked, and
apparently agitated, men. This second group is armed with simple farm tools and
crude weapons of wood and stone – a sharp contrast to the foreboding array of
cannons, muskets, and pikes borne by the phalanx of soldiers”.
"Un grupo numeroso de soldados
vestidos de acero marchan hacia el
centro de la composición (desde la derecha),
hacia el encuentro de un conjunto de hombres que avanzan , desnudos y
aparentemente agitados. Este segundo grupo está armado con simples herramientas
de granja y armas rudimentarias de madera y piedra, un marcado contraste con
los cañones, mosquetes y picas llevadas por la falange de soldados”.
No sólo los mosquetes vencieron a
los palos y las piedras: También el pincel y los colores vencieron a las
pinturas rupestres.
Porque el arte es – sin duda – un
instrumento al servicio del imperio, y Holanda fue una gran hacedora en esta
construcción del imperio atlántico que hoy denominamos imperio americano como
continuación del británico y del romano.
A los colonizados sólo nos queda la
ilusión de poder algún día publicar libros tan importantes como este pero desde
nuestra perspectiva.
Guillermo Compte Cathcart
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