Dice el Diccionario de la Lengua Española: “genocidio.
1. m. Exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de
raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad.”.
¿Quién puede dudar que el 16 de Junio de 1955 comenzó
el exterminio y la eliminación sistemática de los peronistas en La Argentina?
Primero fueron atentados terroristas aislados – como
aquél que ocasionó 27 muertos por la colocación de un artefacto explosivo en una
de los bocas del subterráneo en Plaza de Mayo mientras se realizaba una
movilización peronista – y después varias intentonas golpistas que fracasaron
por no tener un apoyo imperialista definido y concreto.
Es sabido que los cipayos sólo se animan cuando los
casacas rojas los vigilan y les palmean la espalda.
Con sólo recordar que un gobierno constitucional honró
a uno de los colocadores de esa bomba más arriba citada, con su nombre en una
estación del subte, no puedo evitar un escalofrío, el mismo que sentí cuando
leí el suplemento “Enfoques” del diario “La Nación” del domingo 12 de Junio de
2005.
Ese suplemento, digno sinónimo de papel del reciente
film alemán “La Caída”, pretenden demostrar “la humanidad” de las Bestias, gorilas que sólo creen en la Fuerza y en su ejercicio brutal, aunque
se disfracen de “católicos”, “místicos”, “atenienses” o “demócratas”.
Porque el genocidio peronista se ejecutó en nuestro
país no sólo por motivos políticos sino también por diferencias raciales (los
peronistas son “cabecitas negras”), religiosas (los peronistas creen en “la
santidad” de Perón y Evita, además de Todos los Santos de la Santa Madre
Iglesia) y de nacionalidad (su Argentina es mucho más grande que la se
imaginaron algunos integrantes de la “bostacracia”, es decir, la argentina
chiquita que sólo se imagina como exportadora de algunas vaquitas y que
disfraza a sus peones mansos - como Don Segundo Sombra - con una coqueta
boinita blanca).
Durante el bombardeo de Plaza de Mayo murieron más de
463 personas – datos que serán publicados próximamente en un libro imperdible –
si tomamos en cuenta los directamente asesinados en el perímetro que vigila el
Cabildo y los que fallecieron después como resultado de las graves heridas
recibidas.
Es decir, que durante el 16 de Junio de 1955 murieron
más argentinos a manos de marinos y aviadores gorilas que argentinos muertos a
manos de las tropas británicas durante la Guerra por las Malvinas en 1982
(excluyendo los Héroes del Belgrano).
Y más del doble de las víctimas del bombardeo de Guernica durante la Guerra Civil Española, tragedia que inmortalizó Picasso en una obra magistral y por la cual los mismos gorilas, cultores excelsos del snobismo, derraman profusas lágrimas de cocodrilo.
Y más del doble de las víctimas del bombardeo de Guernica durante la Guerra Civil Española, tragedia que inmortalizó Picasso en una obra magistral y por la cual los mismos gorilas, cultores excelsos del snobismo, derraman profusas lágrimas de cocodrilo.
Para disfrazar y disimular la magnitud de la matanza
tratan de imponer en la mente de las generaciones jóvenes que “hordas
peronistas quemaron iglesias en el centro”.
En 1955, en los barrios que según la propaganda gorila
se produjeron esos incendios siempre hubo muy pocos peronistas y los archivos
policiales, municipales, estatales y periodísticos consultados no registraron
ninguna movilización – ni grande, ni mediana, ni chica – y según los cientos de
testimonios recogidos en esa área paqueta de la Capital Federal, que también
serán publicados en el libro ya citado, los fuegos fueron provocados por
“chupacirios” obsesionados por evitar venganzas por parte del Pueblo.
Además, quienes comprendan la obra doctrinaria de Perón podrán comprobar que el Justicialismo es la concreción política, social y cultural de la Doctrina Social de la Iglesia.
Además, quienes comprendan la obra doctrinaria de Perón podrán comprobar que el Justicialismo es la concreción política, social y cultural de la Doctrina Social de la Iglesia.
Guillermo Compte Cathcart
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