Quienes hemos tenido la inmensa fortuna de abrir caminos en
el campo - ser los primeros en dejar un rastro en los pastizales para que otros
siguieran nuestros pasos, ser los fundadores de la vereda - no podemos
permanecer indiferentes a un libro tan inquietante como el escrito por Alan
Baker , "Geography and History. Bridging the Divide", ISBN 0 521 28885 1 (paperback) £ 17.99 (US$
25.99) (Cambridge University Press, 2003) www.cambridge.org
Baker expresa en el Prefacio que su aspiración es explorar
la interdependencia de la geografía y la historia y para ello parte de la
premisa que afirma que la primera no es inteligible sin la segunda y que como
geógrafo - ha sido honrado por Francia por sus contribuciones al campo de la
Geografía Histórica - asume el compromiso de analizar la naturaleza de la
división existente entre las dos disciplinas - que muchos sostienen por
distintos motivos, erróneamente -, para encontrar los posibles puentes entre
ellas.
Los temas se suceden - como los colores de los países en un
plano de América del Sur - para desplegar ante el lector las distintas
perspectivas que permiten comprender la problemática propuesta: los
historiadores y la geografía, los geógrafos y la historia, tiempo geográfico y
geografía de la temporalidad, el discurso ambientalista en la geografía, los
atlas históricos, el discurso regional, la identidad nacional y los monumentos
que la construyen - entre otros - y una inmensa cantidad de referencias que
ocupan 42 de las 281 páginas de este excelente libro, digno de Cambridge
University Press y su meticulosa preocupación por la cultura y la educación.
En la página 122 el autor formula una pregunta interesante:
¿Cómo el interés de los geógrafos en el paisaje los ha llevado al análisis de
las creaciones artísticas de novelistas, poetas, pintores y músicos?
Para responderla Alan Baker acude a varias fuentes que
citaremos para ilustrar la importancia de este nuevo libro que tenemos el
inmenso placer de presentar a nuestros lectores, pues la sola referencia a los
títulos de las obras que fundamentan las conclusiones del autor sería la mejor
presentación de "Geography and History. Bridging the Divide".
De Marc Brosseau (1994, "Geography's literature"
publicado en Progress in Geography 18, 333-53) rescata el siguiente concepto:
"Los geógrafos exploran la relevancia de la literatura
para explicitar diferentes puntos de vista: los humanistas buscan evocativas
transcripciones de experiencias espaciales, los regionalistas buscan descripciones
más vívidas de los lugares, los que pretenden hacer cambios sociales extremos
tratan de hallar todo lo que tenga que ver con la justicia social, otros
pretenden establecer paralelismos entre la historia de las ideas literarias y
las geográficas".
Agrega Alan Baker (páginas 122 y 123):
"Hay una larga tradición en la Geografía Histórica en
el uso de las novelas como fuentes de la geografía regional, como minas de
información sobre el paisaje y las características de un lugar (1).
Indudablemente, la mayor investigación de este tipo fue la realizada por M.
Chevalier (2) demostrando la fidelidad geográfica de alrededor de 250 novelas
francesas delos siglos diecinueve y veinte.
"Por ejemplo, Daiches y Flower (3) produjeron un 'Atlas
Narrativo' de los paisajes literarios de las Islas Británicas, Margaret Drabble
(4) exploró lospaisajes en escritos sobre Gran Bretaña, examinando las
relaciones entre paisajes y literatura para entender mejor la condición humana,
mientras Stephanie Foote (5) exploró las culturas e identidades regionales en
la literatura norteamericana del siglo diecinueve."
"Pero los
novelistas también dotan a los paisajes con sentidos y significados y les dan
un rol activo y no meramente pasivo en sus historias".
"Gillian Tindall (6) muestra como paisajes familiares -
como los páramos de Yorkshire y las calles de París - adquieren la fuerza de
poderosas metáforas en las manos de autores como Charles Dickens, Emile Zola, Alain
Fournier y Evelyn Waugh, que convierten a los paisajes familiares como 'países
de la mente'.
Las escenas rurales, por ejemplo, pueden ser usadas para
corporizar el pesar por la pérdida de un pasado dorado; las ciudades pueden
servir para situar - paradójicamente - no sólo la decadencia y la alienación
sino también la esperanza y elrenacimiento".
Son inspiradoras las figuras que ilustran este libro
imperdible, especialmente - para aquellos que estamos interesados en la
Historia Local, la Historia Oral y en el rescate de la Memoria Popular -
"La Ubicación de las Organizaciones No Gubernamentales in
Loir-et-Cher,Francia, en 1868" y "La Ubicación de las Organizaciones
No Gubernamentales in Loir-et-Cher, Francia en 1907", lo que permite una
comparación en la difusión espacial y temporal de la solidaridad sociala través
de agentes no estatales.
Merecen especial atención las conclusiones que surgen de la
simple visualización de las ilustraciones que señalan "Los Cambios en los
bosques americanos, 1600-1859" y "Un Modelo General de los Efectos
delDesarrollo sobre el Medio Ambiente en las Indias Occidentales desde
1492".
Leyendo estas páginas no pude evitar el recordar una de las
veredas que abrimos con mi hermano y mis padres: la que cruzaba en diagonal la
antigua cancha del club Defensores de Longchamps - una asociación sui-generis
integrada casi exclusivamente por jugadores en la comisión directiva y que
vestía la camiseta de Huracán para demoler a sus adversarios -, actualmente una
cancha fantasma sepultada bajo edificios y casas de familia de todo tipo y
color.
Cuando iniciamos la senda, que con el tiempo se convertiría
en una verdadera calle, recorrida por los coches del barrio durante los días de
lluvia porque en ella no había huellas de carros lecheros, hacía tiempo que
Defensores había abandonado la cancha que se convirtió inexorablemente en un
inmenso pastizal.
El lugar en cuestión era la manzana delimitada por las
actuales calles Boulogne-sur-Mer al Sur, Kellertas (ex Eduardo VII) al Oeste,
Malvinas Argentinas (ex Londres) al Norte y Colectora Oeste de la Gran Vía
delSur al Este, la anterior ribera Oeste del Arroyo llamado "Zanjón"
y que según decían era el principal tributario del Arroyo del Rey.
Nuestro "caminito" nos permitía ahorrar una cuadra
al caminar hasta la Estación Longchamps y trazaba la diagonal que nacía en
Londres y Eduardo VII (las actuales Malvinas Argentinas y Kellertas,
respectivamente) y moría en la intersección malamente trazada entre aquella
ribera hoy no existente y Boulogne-sur-Mer, la calle que, según dicen las
leyendas, recorre el anciano San Martín vigilando el patriotismo de los chicos
vistiendo alguno de sus disfraces.
Las otras veredas, las "normales" eran el pretexto
para que vecinos nuevos y viejos se fueran conociendo al hacerlas de cascotes,
ladrillos o cemento, según la plata que se juntaba o las donaciones de restos
de materiales que se guardaban en las casas recién plantadas en lo que fuera la
Chacra La Neauca, la fabulosa quinta dibujada por la paciencia, la constancia y
la sabiduría de los japoneses que apenas sabían saludar en castellano.
Si tomamos con atención los mitos que explican la fundación
de las sociedades de fomento más antiguas de nuestra región veremos que uno de
los motivos aglutinantes de los primeros socios fue el hacer una vereda.
Esta vinculación teórica entre la geografía y la historia
nos viene muy bien para fundamentar académicamente la comunión que quienes
hacemos un culto de la Memoria de la Vereda suponemos que existe entre ellas,
acríticamente, como lo hacen quienes saben que poco vale contar la historia de
quien no anduvo sobre un pedazo de tierra que sintiera como propio, como su
lugar en el mundo, de los simples turistas que andan de paso sin echar raíces,
los que siempre se están yendo, y que cruzan casi corriendo los lugares que
recorren como si estos no tuvieran su propia, especial e inolvidable historia,
su Memoria.
Guillermo Compte Cathcart
(1)
Gilbert, E.W. 1972, "British regional novelists and geography", en su
libro (como editor) British Pioneers in Geography (New York) p. 116-27.(2)
Chevalier M. 1993,"Géographie et littérature", en su libro (como
editor) La littérature dans tous ses espaces (París) p. 1-84.(3) Daiches, D.
and Flower, J. 1979 "Literary Landscapes of the British Isles (London).(4)
Drabble, M 1979 "A Writer's Britain" (London).(5) Foote, S. 2001
"Regional Fictions: Culture and Identity in Nineteenth-Century American
Literature" (Madison, Wis.)."(6) Tindall, G. 1991 "Countries of
the Mind: the Meaning of Places to Writers" (London)."
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