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lunes, 18 de mayo de 2015

"El Código da Vinci" y el Odio Anticatólico


Cuando se conoció La Pasión, de Mel Gibson, una Legión - en el sentido que se le daba a la palabra en el Imperio Romano, es decir, un grupo de personas entrenadas, organizados y armadas hasta los dientes - de expertos - periodistas en general, críticos de cine, especialistas en historia bíblica, miembros de cualquier religión , etc. - salieron a denunciar un supuesto antisemitismo basándose en las creencias religiosas del director.
Por el sólo hecho de ser católico, Mel Gibson tenía que ser antisemita.
Si fuera puritano, presbiteriano, anglicano o de cualquier otra secta - seguramente - no habría recibido tal injusta acusación.
Para atenuar - o disimular - la verdadera razón de los ataques - el ser católico - se inventaron excusas incomprensibles, siendo la más usada la que hacía hincapié en la violencia innecesaria al mostrar el martirio de Nuestro Señor.
La verdadera razón de tales críticas es que un Cristo católico no es políticamente correcto para la mayoría de los integrantes del primerísimo mundo.


Un Cristo católico significa una Iglesia poderosa que limita el accionar de los distintos Imperialismos - religiosos, políticos, económicos o culturales - en su lucha por el control del Universo.
Prefieren un cristo carilindo, de mejillas rosadas - y una iglesia servil a cualquier tipo de poder terrenal -, librado a la libre interpretación de cada espectador , para ser consecuente con la prédica de los Lucero y los Calvinos, quienes instalaron la posibilidad entre los espíritus simples: cualquiera puede interpretar y enseñar la Biblia, cualquiera puede ser pastor y de cualquier rebaño.
La anarquía hermenéutica es sinónimo de servidumbre, pasto para los herbívoros que nutren a las fieras.
Cualquiera puede confundir al Cristo con el Rey David o con el faraón que condujo el Éxodo bajo el nombre deMoisés.
Hasta el film del Corazón Valiente, los católicos estábamos condenados a ver por televisión películas bíblicas que alimentaban esa confusión, especialmente entre los más jóvenes. Por eso, tantos y despiadados ataques: ya que no se puede evitar el catecismo hay que desvirtuarlo hablando de los primos o de los abuelos de Jesús, sus actos humanos o cualquier anécdota que destruya su misión de Salvador.
¿Por qué no se habrá dado el fenómeno de las sectas - en la calidad y en la cantidad que se dió en el Cristianismo - en el seno de las otras grandes religiones del Libro?
Si el que formula esta pregunta es católico, con seguridad, será acusado de fundamentalismo.
A ningún organismo que defiende a las víctimas de la discriminación religiosa se le va a ocurrir proteger a los católicos y a sus sentimientos. Las regiones del mundo habitadas por católicos, coinciden con bastante exactitud, con estados nacionales pertenecientes al segundo o al tercer o al cuarto o al quinto nivel de bienestar: ninguna superpotencia - Italia y España sólo son porteros de Europa - tiene mayoría católica.
En la patria de las cañoneras y la infantería de marina, cuando tuvieron un presidente católico, lo asesinaron.
De la Nueva Inglaterra - cuna de Poe, Lovecraft, Hawthorne y de la palabra “yankee” - nos llega ahora un nuevo engendro literario escrito por alguien que tiene un nombre bien de la guía telefónica: Dan Brown.
De la revista cultural Ñ, del sábado 18 de Septiembre de 2004, - que desarrolla el tema de El Código da Vinci y los millones de lectores que lo han leído - cito las siguientes frases:
 "Criado en uno de los últimos remanentes de la vieja América, puritana y blanca, Brown.";
".y habla - nada menos - que de la vida sexual de Jesucristo y el ocultamiento que hizo la Iglesia Católica de su relación con María Magdalena.";
"…sembrando dudas acerca de muchos de los grandes dogmas de la cultura occidental y cristiana.
Además, después de los atentados del 11 de Septiembre de 2001, la cuestión religiosa - que es central en la novela de Brown -.;
".advertida del triste papel que le toca jugar en la novela, la Iglesia Católica, en especial el Opus Dei, salió a censurar la obra, señalando que se trataba de un libro mentiroso y anticatólico.";
 ".los fieles del Opus Dei no son monjes ni visten hábitos.";
"Una especie de thriller esotérico con ataques al catolicismo";
"Una obra escrita desde el prejuicio"; ".un texto cuyo núcleo es la legitimidad de la tradición cristiana";
".sin caer en el prejuicio de la malignidad del catolicismo que impregna la obra de Brown. Un prejuicio que, por otra parte, hoy parece políticamente correcto".
Esta permanente prédica anticatólica ¿está preparando un nuevo genocidio?
Los terribles y malditos hechos perpetrados por:
los turcos contra los armenios;
 Hitler contra los judíos, los gitanos, los católicos y los diferentes;
 Stalin contra los que pensaban distinto;
fueron posibles porque el mundo miró para otro lado y porque la acumulación de opiniones - aparentemente inocentes - fueron formando ladrillo a ladrillo, el Muro del Prejuicio y la Discriminación.
Es un lugar común hablar de la Inquisición y de su padre Arnald - Amaury , el abad de Citeaux que pronunció la famosa frase: "Mátenlos a todos, Diosreconocerá a los suyos", pero no se explicita con la misma honestidad intelectual el contexto en el cual existió este comportamiento deleznable, por el que el Santo Padre pidió perdón al mundo.
Era aquél un mundo en el cual la religión y los poderes políticos estaban entrelazados, inseparados, mezclados. Con mucho esfuerzo, la Iglesia Católica pudo separarse de la política.
No pueden decir lo mismo otras religiones que hoy asesinan a mansalva con el terror, las torturas permitidas por normas constitucionales, realizan ejecuciones selectivas, bombardean a poblaciones indefensas y aceptan como algo natural los daños colaterales que causan, sin decir ninguna frase célebre.
Los muertos en las Torres Gemelas, Beslan, Palestina, Israel, Irak, Afganistán, China, India, Argentina - por citar alguno de los picos del mapa del terror - son muchísimos más que las víctimas de la Inquisición.
Elevemos nuestras plegarias a los dioses a los que rezan los hombres, para que todas las páginas que este yankee pueda completar durante toda su carrera literaria, no escriban ni una sola frase del Libro Maldito - según los Sabios es uno y el mismo - que sirvió como pretexto o justificación de los múltiples genocidios que padeció la Humanidad.


Guillermo Compte Cathcart

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