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domingo, 17 de mayo de 2015

El Super Clásico River-Boca: Épica y Tragedia

En "La Poética" (Περὶ Ποιητικῆς) escrita alrededor del año 335, Aristóteles es muy cuidadoso al diferenciar  la épica de la tragedia, por privilegiar a ésta : “…todos los elementos de la épica se encuentran en la tragedia, pero no todos los aspectos de la tragedia son hallados en la épica”.
Épica es narración, relato y tragedia es enfrentamiento.
Todos los hinchas de River o de Boca somos "narradores" al filo de la tragedia.
Nuestros relatos magnifican los hechos reales o ficticios que realizaron nuestros "héroes" con camiseta.
Es muy raro que nuestra descripción no encuentre una descripción o alabanza que la objete, o destruya argumentalmente.
Este "encuentro" de Cultemas puede derivar en drama.
Como hinchas vivimos inmersos en las Leyendas que nutren las identidades contrapuestas.
Y esas fuerzas superiores suelen convertirse en Dioses impiadosos para propios y extraños.
Suelen decir que debemos "desdramatizar" a un partido de fútbol..que solo es un juego...o un espectáculo artístico (como parece ser para muchos europeos de muy buena calidad de vida y muchos billetes)...pero, me temo, que los terribles dioses del Olimpo nos han atrapado en sus conjuras.
Es inevitable considerarnos rehenes de poderes superiores que deciden nuestros destinos.
Si a eso le sumamos las ganancias terrenales que podemos obtener por convertirnos en guerreros de esos designios malvados, no tenemos posibilidad de redención.
Nos convertimos en simples mutantes esclavos de los Jefes que deciden nuestra vida o nuestra muerte.
En Skalds de Líderes vikingos, en sus testigos y en sus espadas.
Cuando se habla de violencia en el deporte más popular del mundo no es posible escindir a los ejecutores de quienes deciden sus movimientos.
Como dice Borges: 
"También el jugador es prisionero/ (La sentencia es de Omar) de otro tablero/De negras noches y de blancos días." Ajedrez.
Los Poemas de Homero deberían ser obligatorios para quienes nos enbarcamos en el agitado oceáno del fútbol.
Así, tal vez, y muy difícilmente, podamos escapar del coro mentiroso de las Sirenas...que nos conducen al naufragio.

Guillermo Compte Cathcart

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