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jueves, 28 de mayo de 2015

La Ordenación de Gregorio de Nazianzus

Quienes hemos sido criados bajo el protagonismo del Pueblo elogiaremos  las palabras de Gregorio de Nazianzus con las que relata la impactante historia de su instalación como obispo de Constantinopla. Este texto puede leerse en Grez. Naz. De Vita Sua, 1325ff. (Patrologia Graeca Vol. XXXVII, Columna 1119):
"El tiempo de la ordenación llegó: los soldados con sus espadas ocuparon la iglesia, firmes en los claustros santos. El pueblo de pie contra nosotros, todos ardiendo, como la arena en el mar, o una tormenta de nieve, o el movimiento de las olas, con enojo y plegarias mezclados, enojo hacia mí y plegarias al emperador. Las calles, hipódromos, plazas, todo repleto, hasta los pisos superiores de las casas, con espectadores, hombres, mujeres, niños, ancianos: por todos lados lágrimas, lamentaciones -la ciudad se veía como si hubiera sido tomada por la fuerza".
Gregorio entonces sigue describiéndose en la procesión, un débil anciano entre el emperador y su ejército, un obispo niceno impuesto sobre una ciudad Ariana.



Este hermoso texto esta en la página 61 de un libro que los interesados en la evolución del Imperio Romano deberían leer una, dos y más veces.
Peter Norton - Profesor en la Dragon School, Oxford - ha escrito, basándose en una tesis doctoral de los años 80, Episcopal Elections 250-600. Hierarchy and Popular Will in Late Antiquity , ISBN 978-0-19-920747-3, (Oxford Classical Monographs, Oxford University Press, 2007), un bello volumen de 271 páginas.
En la página 243 leemos:"En esencia, la iglesia era muy cuidadosa para prevenir la accesión de candidatos indignos, y "indignidad" era definida mayormente en términos de experiencia clerical, buen carácter y un currículum vital no ensuciado por un servicio post-bautismal como el de soldado u oficial".
En la páginas 72 y 73 leemos la bella historia de San Martín de Tours (c. 371):"Martín, un soldado de Pannonia, se estableció como ermitaño en el norte de la Galia: su santidad (su ascetismo) llegó a oídos de la gente de Tours. Y el pueblo lo eligió como obispo a pesar de la oposición del alto clero de la región, por su apariencia desprolija y por su pasado militar".
Este libro examina la forma en la cual los obispos eran elegidos durante la última fase del imperio romano.
El autor nos muestra como la elección popular seguía siendo importante durante el imperio post-Constantino.
Hoy, cuando la globalización impone formas supranacionales de corrupción, casi invencibles, estos ejemplos que nos permiten comprender cómo se hace oír el pueblo , a pesar de todo, revalorizan la pertenencia a lo local y el rescate de las cualidades que prestigian a la auténtica representación "personalizada" en seres humanos concretos, "ejemplos de valores" que la comunidad prioriza, como Dios manda.
Guillermo Compte Cathcart

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