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jueves, 28 de mayo de 2015

La esquina insegura: El Huevo de la Serpiente

la esquinahuevo
La exigencia de ser más argentinos - (bonaerenses, brownianos, longchanenses) - que nunca, implica una elección permanente entre lo bueno y lo malo: valorar.

La forma en la que valoramos define nuestras características fundamentales como persona, señala nuestra identidad.

En un mundo globalizado según intereses exclusivamente egoístas, no puede resultar otra cosa que la exclusión, la discriminación y la violencia como modalidades de la injusticia.

Quienes predican la elección permanente de la autosatisfacción, están erigiendo los muros infranqueables del egoísmo, de la separación de los otros.

En una sociedad humana global clonada hasta el cansancio por lo medios de comunicación por todos los rincones de la tierra, todavía se festeja la caída del muro de Berlín pero no se destaca la construcción constante de los terribles muros invisibles  que edificamos para protegernos de los demás, de la agresión de los demás, del contacto con los demás.

Ya la vereda no nos une con el vecino sino que nos separa de él.



Ya la esquina no es el lugar de encuentro a partir del cual todos los jóvenes comenzaban la conquista del mundo, hoy es el nido de lo temido, el peligro sospechado, el huevo de la serpiente.

Hace unas décadas, cuando estos pueblos se iban gestando, la paz y la justicia se suponían como valores incuestionables.

El egoísmo y el todo vale han desmoronado esa jerarquía. Hoy, debemos construir nuevamente la paz, porque muchos la han olvidado.



El terrorismo no es más que la expresión más conocida del egoísmo que pregona el desarraigo como método hacia el bienestar personal, el no pertenecer a una comunidad determinada, el olvidar “la casita de los viejos” y...a los viejos también!

Este “olvido” nos convierte imperceptiblemente en indefinidos habitantes de un universo ajeno. En repudiar a quienes hunden sus raíces en nuestra tierra grande y generosa.

El respeto de la propia identidad – que es fundamentalmente la identidad humana – ha perdido prestigio en los partidarios del materialismo que impera en la Tierra. Por eso, la gente, los pueblos, tratan desesperadamente de recuperar aquello que han perdido y acuden a la memoria para rescatar los trazos de aquellos valores que edificaron los cimientos de los lugares en los cuales nacimos, crecimos y aprendimos a ser buena gente.

Hace unas décadas no existían los actuales – y de moda - barrios prohibidos. Ya sea por ser “privados” o por ser “peligrosos”. No existía eso tan común en muchas zonas de los grandes centros urbanos: “el pago del peaje”.

La vereda era construida por el esfuerzo de los vecinos y era de circulación libre. Un simple golpe de manos lograba la atención rápida del vecino al cual se llamaba. Hoy, hay que insistir varias veces para lograr ser espiado por una hendija y para ser solamente ignorado por el temor que domina las mentes y los corazones.

¿Cuántos de nosotros padecemos la desgracia de no conocer en tiempo y en forma cuándo muere ese vecino al que tanto estimamos? Ya es frecuente, muchísimo más que antes, enterarse de la muerte de alguien cuando le preguntamos a sus hijos como está de salud el difunto.

Es verdaderamente un milagro que todavía existan las organizaciones libres del pueblo, las que algunos de nosotros denominamos así: las organizaciones que la gente elige darse en un acto supremo de soberanía y participación.

Hoy, está de moda otra denominación: ONG, organización no gubernamental donde ese NO es mayúsculo pues no se la piensa como solidaria con el gobierno sino como ENEMIGA y eso, en buen romance, implica NO INVOLUCRADA EN LA CONSTRUCCIÓN DEL BIEN COMÚN, DEL BIENESTAR DE TODOS.

Las sociedades de fomento, los clubes de barrio, tenían como fundamental objetivo lograr el bienestar de todos los vecinos, reclamando, llamando la atención del gobierno para mejorar la calidad de vida de un sector determinado, de un lugar, pero, lo más importante para sus integrantes era organizar el esfuerzo para intentar realizarlo por sí mismos.

Había una prioridad.

Nosotros, los vecinos, vamos a hacer y hacemos esta obra porque con nuestro trabajo podemos hacerlo y el gobierno sólo debe apoyar nuestra capacidad de gestión y nuestra participación.

El cambio de valoración de esta relación entre vecinos y estado ha sufrido un vuelco fundamental y ello se debe en parte a la intensa prédica de quienes no creen en el Estado como factor fundamental en la sociedad moderna, de quienes preconizan un estado ausente de los grandes problemas sociales.

La ausencia individual estatizada.

Un simple análisis de los nombres de las entidades de un determinado pueblo nos señala la identidad del mismo:

Una de las primeras entidades del pueblo de Longchamps fue LAS MITAS, un club de fútbol cuyos partidos eran observados por cientos de hombres y de mujeres de esta comunidad. Según los socios que aún viven, ese nombre fue elegido porque representa el trabajo semanal y el tiempo de descanso (orígen quechua). El orden que permite apreciar la regularidad, la esperanza y la creencia que haciendo las cosas tal como nos las enseñaron nuestros padres y nuestros abuelos podremos llegar a buen puerto. Que para conseguir resultados hay que esforzarse y que en la vida NO TODO VALE.

Otro club de fútbol fue DEFENSORES DE LONGCHAMPS  cuyos partidos eran festejados por varios centenares de espectadores en la década del 50 en su cancha ubicada entre las actuales Gran Vía,  Boulogne Sur Mer,  Kellertas y Malvinas Argentinas. Este nombre defensores SEÑALA UNA IDENTIDAD QUE DEBE PRESERVARSE DE TODO PELIGRO, una vocación de seguir siendo lo que se es, un orgullo incuestionable.

Las entidades fundamentales de Longchamps, que ya han cumplido los 50 años son:


CIRCULO SOCIAL,(fundado en la década del 30), SOCIEDAD DE FOMENTO CASTELLI  (cuyo nombre no es en honor al prócer sino a un muy querido vecino que ayudaba a todos en el barrio), CLUB ATLETICO LONGCHAMPS (TRES PLUMAS) (porque compartían “el pan” de una botella de cognac), CLUB CRUZ DEL SUR , la guía estelar de los navegantes y los viajeros, SOCIEDAD DE FOMENTO UNIÓN Y FRATERNIDAD (del barrio ferroviario, la cooperación para construir la casa propia un ejemplo nacional) y está próximo a cumplir los 50 la SOCIEDAD DE FOMENTO ESPERANZA, cuyo nombre es toda una declaración de principios y objetivos.

Dos anécdotas de la inmigración en el pueblo:

A comienzos de la década del 30 trabajaban en la cosecha de duraznos decenas de polacos en el barrio conocido como Campo Ramo (Campo de Ramos) en lo que hoy es el cuadrado formados por Malvinas Argentinas  (Ex Londres), Alvear (Ex Drago) Palumbo y el camino ancho. Cuando recrudecían las noticias del crecimiento de Alemania , casi todos volvieron a su patria y enfrentaron la invasión combinada de Rusia y Alemania en el 39. Muchos volvieron ilesos y se radicaron en la zona y en el mismo barrio.


A mediados del 50 vivieron con nosotros , en la calle Drago, los integrantes de una familia húngara que vino a la Argentina escapando de los comunistas que en el 55, finalmente, invadieron Budapest. Uno de los chicos, nacido en 1947 y en China, cuando pasaron por ese país, murió finalmente en 1968 en Vietnam peleando con los norteamericanos. (Después del golpe gorila del 55 se habían ido a París y terminaron radicándose definitivamente en los Estados Unidos).

Un ejemplo de integración entre gobierno municipal y entidades de bien público.

En la Guía publicada en 1951 por la Sociedad de Fomento UNION VECINAL se dice que la entidad recibió un pergamino que decía:

“La Municipalidad de Almirante Brown y vecinos a la Sociedad de Fomento Unión Vecinal de Longchamps gestora de la creación de la Sala de Primeros Auxilios. Almirante Brown, 22 de Julio de 1945”. Ocho días después de la fecha anotada, es decir, el 30 de Julio de 1945 comenzó a funcionar la Sala de Primeros Auxilios en el local de la Av. Longchamps 670 (hoy Chiesa)”.

Guillermo Compte Cathcart

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