Hemos escuchado muchas veces que "los libros no muerden"...
Los verdaderos libros, aquellos que nos muerden el alma, no
son muchos pero nos hacen volver a ellos una y otra vez, como la casita de mis
viejos.
Conocemos todo de ella pero cada vez que la visitamos hay un
algo que antes jamás habíamos encontrado, esa escena perdida entre todas que
nos hace recapacitar y reescribir el argumento mental completo que teníamos de
aquella película inolvidable, aunque para muchos sea un bodrio reverendo. Que
cuanto más bodrio más reverendo.
Hace unos días uno de mis hijos trajo a casa una película
con un título por demás atractivo: "El Efecto Mariposa" cuyo final -
según mi anciano entender - es digno de ser repetido una y otra vez, con la
misma obstinación que un perdedor fanático de punto y banca persigue el inútil
sueño de alcanzar la recuperación.
El protagonista se cruza con el amor de su vida, que por
aquello que hace de un verdadero amor algo maldito - por la naturaleza de las cosas y las
convenciones de la sociedad - no debe ser invocado, y tragándose las ganas de
abrazarla y besarla e intercambiar los fluidos del ser en el Otro, debe
necesariamente elegir el tortuoso sendero de la indiferencia y "el no te conozco", que tantas veces usamos para trances menores.
Ese final es tan atractivo que en cuanta ocasión tenga
repetiré una y otra vez hasta el final de mis horas, tanto como la frase “solo
recuerdan el pobre y el solitario” que encontramos en “El Ceremonial” de
Lovecraft.
Cultema suficientemente poderoso como para ser repetido una y otra vez a lo largo
de todos mis escritos y que deberían ser utilizados , a su vez, por todos
aquellos que creen en la cultura como ámbito de reproducción de las frases
inolvidables.
Los libros que muerden tienen miles de estas perlitas
ocultas entre sus palabras, sólo se trata de vestir como Dios manda el traje de
Cazador de Cultemas que todos debemos tener como lectores creativos y siempre
listo en nuestro ropero, en lugar del famoso cadáver de aquella loca comedia.
En el inquietante poema "The Book", de Lovecraft, tenemos un
ejemplo del libro como llave de misterios horrorosos.
Está en nosotros exorcizar a los demonios de los textos fáciles.
Los libros desdentados que no muerden.
Ah!!!!...y los denominados "Best-sellers" son volúmenes con dentadura postiza.
Guillermo Compte Cathcart
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