Cuando dicen que Internet separa a las generaciones, están cometiendo un error.
Si bien un nieto de 17 años y un abuelo de 67 no se desviven por los mismos contenidos, a veces, coinciden en señalar como muy bueno a uno de ellos.
En este caso muy especial, mi primer nieto, Santiago, me hizo escuchar una canción formidable. Interpretada por un hincha de ...Olimpo!!!! , el club bahiense que exhibe los mismos colores del "malvado" Peñarol de la amada patria de Artigas, que me hizo llorar lágrimas de sangre cuando nos bailaron en la final de la Libertadores en el Santiago de O' Higgins.
La canción en cuestión se llama "El último peaje", interpretada por Zambayonny, un intérprete de canciones extrañas para quien, como yo, ama el pop maricón.
En esta magnífica letra el tipo del sur impone una reflexión impiadosa: Nadie jamás podrá conocer completamente a Otro. Y, así de un sablazo musical, derrumba todo tipo de aspiración a edificar una historia total.
Cuando era muy pibe solía leer de un tirón dos o tres libros por día de Marcial Lafuente Estefanía y siempre tuve una duda: cuál era la historia de ese tipo que caía desde el campanario y moría sobre el polvo de la calle principal con un tiro entre los ojos y que había visto en su última mirada.
Zambayonni aclaró mis dudas.
Esa última mirada es nuestro secreto, el más formidable, el que nos permite escapar de la muerte con una sonrisa.
Guillermo Compte Cathcart
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